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Entre Columnas
El destino veracruzano.
Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com

El sol no se ha puesto aún por última vez.
Tito Livio (59 AC-64 AC)

El destino de los veracruzanos no puede seguir siendo el que nos han impuesto los malos gobernantes, los criminales y nosotros mismos a base de apatía, tolerancia y miedo, el futuro de las nuevas generaciones está en juego.

Debemos darnos cuenta que se ha convertido en un lugar común hablar sobre nuestras indignaciones y tristezas ante un Veracruz vilipendiado, es el tema cotidiano de miles y miles de conversaciones. Las palabras fluyen como muestra del agotamiento, la rabia, el hartazgo y el llanto. Lugares comunes donde los veracruzanos juegan la vida que pareciera que cada vez vale menos.

Tomar a cargo la responsabilidad de ser una sociedad ofendida, en shock por una realidad esquizofrénica con muertos diarios, robos permanentes, injusticia y pobreza mayoritarias. Cierto que es desgastante asumirnos parte del problema, por eso preferimos rehuir de la realidad, verla de reojo, porque es difícil reconocer nuestra fragilidad como sociedad, nuestra aparente indefensión.

Los monstruos y fantasmas que rondan nos hacen voltear la cara; es mejor no mirar y que no nos miren, quisiéramos ser invisibles y que sus alientos fríos y pestilentes no nos sofoquen, no nos ahoguen, el asunto es subsistir, los sueños y las esperanzas de cosas distintas pueden esperar, los terrores son demasiados.

La fuerza y profundidad de nuestro miedo e indiferencia ha dado vía libre a los que, sabedores de lo que inspiran, construyen y se deleitan, se sienten intocables. Creen poseer la capacidad de pulsar la textura de nuestros sentimientos, calculan y compran, pues para ellos no somos ciudadanos, sino carne de cañón que no tiene fuerza, que no es capaz de forjar, de construir nada que los ponga en duda. La “masa” es dúctil y puede tener precio, haciendo válido uno de sus mandamientos, “lo que se puede comprar es barato”, y si no habrá otras formas.

Frente al Veracruz del “99 buenas y una mala”, hacemos cuentas de las fosas de cadáveres ocultados, la crisis financiera, los secuestros, la falta de pago, el abandono administrativo, y la terca realidad contradice la balandronada estadística del cinismo, el despropósito argumental choca y se destruye: tal vez la proporción se a la inversa.

El destino veracruzano forjado desde sus élites incompetentes no es el único que nos puede estar esperando. Existen otros y están en la ruta de todos los que, pese a sus terrores, caminan para reivindicar alternativas que aclaren el ambiente de opacidad, convocando solidaridad, luchando porque se asuman responsabilidades de una sociedad que exija justicia y equidad, donde se salvaguarde el medio ambiente y se cambien las reglas de un juego que concentra la riqueza y se solaza en la ilegalidad.

Los ajustes de la vida pública veracruzana solo podrán darse si se logra la movilización de la sociedad tras objetivos básicos pero vitales: transparencia y rendición de cuentas; aplicación de sanciones contra la corrupción y la omisión de responsabilidades; participación ciudadana y la preservación de un estado de derecho que destierre la impunidad. Sin duda podrá haber mucho más pero creo que no podrá ser nada menos.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Dicen: “En Veracruz el crimen organizado le teme a la policía”; nosotros, los de a pie, a los dos.

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