Alejandra vive en la calle; llegó a Xalapa en el invierno

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Williams Cortez

Xalapa, Ver.- Alejandra Zamora Puentes llegó a Xalapa al inicio del invierno y desde entonces vive en la calle.

Tiene 32 años, es originaria de Perote y desde hace varias semanas se le puede ver en una banqueta de la avenida Mártires 28 de agosto, muy cerca de Ruiz Cortines.

Esta mujer morena, de hablar rápido pero entrecortado, con frases e ideas confusas, tiene varios días de no bañarse y padece síntomas de gripe y tos, producto de las frías noches que ha pasado a la intemperie, bajo la neblina y la lluvia.

Duerme y despierta afuera de un local comercial cuya cortina permanece cerrada.

Aunque algunos de los vecinos sensibles a su condición la han apoyado dándole una cobija o llevándole un pan, un café o una moneda, otros de ellos se muestran indiferentes y hasta se molestan cuando se les pregunta sobre Alejandra; “hace sus necesidades fisiológicas en la vía pública, ante la mirada de las personas”, dicen.

Alejandra cuenta que hace algunos años vivió en la colonia Justo Sierra de Perote, que no tiene padres ni hijos, que uno de sus hermanos vive en otro estado del país, quizás en Baja California.

Por algún tiempo vivió en pareja con un hombre que tomaba mucho alcohol y constantemente la maltrataba y golpeaba hasta que un día ella se cansó y decidió dejarlo para venirse a vivir a Xalapa.

“Vengo de Perote, Veracruz, llegue antes de navidad, en diciembre. Llegué a San Bruno y me vine aquí.”

Desde ese día viste un suéter color naranja, unas mallas azules y unos tenis grises que en algún tiempo fueron blancos. Duerme en la calle sobre una colchoneta y cartones, tiene algunas cobijas guardadas en una bolsa negra. A un costado tiene una pequeña caja con una botella de agua, un poco de pan, un vaso de unicel con café y un plato desechable con tres picaditas.

Alejandra dice que no cree en las autoridades, por eso no espera nada de ellas. Confía más en las manos de desconocidos que le extienden una moneda. “La gente me da diez pesos”.

Ahora —comenta mientras se rasca la cabeza—, necesita juntar el dinero suficiente pagar una noche en algún cuarto de hotel y poderse bañar.

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