FOTO: MATIAS DELACROIX/AGENCIAUNO

Deberes hacia la Madre

Por Salvador Echeagaray Guerrero
Prof. de Filosofía de la UAG.

-… A las madrecitas lindas se las cantamos aquí. Despierta mamá despierta…-
Sí, ya estamos listos para festejar a nuestras madrecitas. Ya tenemos el regalo, ya ensayamos las mañanitas con la guitarra y quizá ya fuimos a comprar un ramo de flores. ¡Sí, para que no pase desapercibido este día!

Todo listo, la comida o cena, los regalos para mamá. Pero, ¿qué tal andan los deberes que tenemos (o que deberíamos tener) hacia ella? ¿A caso tenemos deberes? Se preguntarán muchos.

Uno de ellos, por ejemplo, es el deber de la obediencia. Esta palabrita, (del latín ob y audire) aunque a veces no nos conviene o nos incomoda, significa, escuchar con atención. Cuando obedecemos atendemos primero lo que se nos dice y luego procedemos a la acción. Y cabe preguntarnos, ¿obedecemos a nuestras madres?

Lo anterior es particularmente importante para niños y adolescentes, que cada vez son menos atentos a las órdenes o sugerencias de las madres. No hace tanto ni siquiera teníamos que oír, con ver los ojos de nuestra madre atendíamos su voluntad ipso facto, pues ya advertíamos el castigo que nos depararía el no atender sus mandatos.

Otros de los deberes que tenemos con nuestra madre es el respeto. Este término según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) significa “consideración, acompañada de cierta sumisión, con que se trata a una persona o una cosa, ya sea por alguna cualidad, situación o circunstancia que las determina y que lleva a acatar lo que dice o establece o a no causarle ofensa o perjuicio”.

Y cabe preguntarnos, ¿realmente respetamos a nuestra madre? Hagamos una introspección. ¿Cómo le contestamos si nos llama la atención? -Ah, verdad, que no siempre la respetamos.-

También a nuestra madre le debemos gratitud. Para empezar, a través de ella tenemos la vida. Nos trajo nueve meses en su vientre soportando mareos, nauseas, dolor, cansancio, etc., etc. Nos dio su pecho, sus noches, sus desvelos a fin de cuidarnos y protegernos. Son tantas cosas que nos ha dado nuestra madre que se llenarían cientos de miles de páginas tratando de enumerarlas. Así, que, ¿le agradecemos constantemente lo que ella hace por nosotros? Muchas veces, hasta le reclamamos.- ¡¿Por qué hiciste frijoles de la olla si los que me gustan son los refritos?!-

La ayuda moral, es otro de los deberes hacia nuestra madre. ¿Cuándo está triste la consolamos? ¿Cuándo tiene una dificultad o cuándo discute con el marido y rompe en llanto, ¿estamos ahí para brindarle nuestro hombro?

Y así como la ayuda moral es un deber también la ayuda material es otra deuda que tenemos hacia nuestra madre. Muchos jóvenes que ya empiezan a trabajar y ganar dinero, se olvidan de darle una “lanita a la jefecita”. Es más, otros hasta le exigen a ella que les de dinero, aún cuando ya son mayores de edad. Se cometen muchas injusticias en este respecto. Sobre todo en nuestra época en que los hijos se van de la casa paterna después de los 30 años, bueno, si es que se van.

Y otro de los deberes que tenemos hacia nuestra madre es el deber de amarla. El amor es el principal deber. Amor viene del latín a – mortis, que significa, sin muerte. De esta manera quien ama, no desea la muerte de la persona. Y cabe preguntarnos : ¿Amamos realmente a nuestra madre?

Bueno, esperamos que estas reflexiones le hayan servido de algo, estimado lector, pues comprar un regalito una vez al año, aunque esté dura la crisis es fácil.

– Te traje este detallito y estas flores, pero lo que más traigo es un profundo respeto, admiración y amor por ti. Felicidades mamá-.

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