El gobernador en su conferencia del lunes, acompañado de su equipo.

Entre Columnas
El Lastre.
Martín Quitano Martínez.
mquim1962@hotmail.com

“Que cada quien cargue con su cruz”.
Frase popular

La pelea del Ejecutivo Estatal con el candidato priista a gobernador parece estar concentrando las disputas internas, forjadas en mayor medida en los últimos 12 años de una forma predominante de concebir la política en la que se profundiza la corrupción como pieza fundamental para conformar el poder y su ejercicio.

La violencia de la impunidad, el pleno ejercicio “del pinche poder” ha implicado morder hasta a los de casa, bajo una lógica absolutista de suma cero, de máxima degradación de la política, donde todo tiene precio y lo que puede comprarse es barato, donde la burla y la descalificación de los que piensan distinto, la obligada sumisión de los aliados o su humillación o desaparición son condiciones sobre las cuales se determinan los alcances del grupo en el poder.

La actual crisis interna de la “nomenklatura” veracruzana se deriva de la exposición a nivel nacional de sus yerros políticos, financieros y sociales, quedando a merced de la opinión pública en medios masivos de comunicación y mostrándose como la peor opción para las próximas elecciones.

Su vulnerabilidad los torna más irritables y desconfiados, pues a la susceptibilidad normal de un fin de sexenio para el grupo saliente, se suman todas las cruces que pesan sobre sus hombros, los señalamientos directos en la crítica, el desprecio público. No han pasado 3 días –como dice el refrán-, pues aún faltan varios meses y ya empezaron a apestar hasta dentro de su instituto político.

La disputa entre el gobernador y buena parte de sus correligionarios implica el total agotamiento de un “liderazgo” que funcionó los primeros 6 años, desdibujándose hasta solo quedar en las peores prácticas en la otra mitad, dejando muchas lesiones dentro y fuera de su partido y del gobierno.

Después de 80 años en el ejercicio de gobierno, se asume como sabida la forma de procesar sus diferencias en lo oscurito, de construir sus pactos, sin embargo el desprecio por sus mismas formas, la banalización del poder, la fidelidad y con ella el arribo de dinosaurios jóvenes, soberbios e ignorantes de los viejos códigos, sin escrúpulos, ambiciosos y corruptos, dieron oportunidad al rompimiento y a la crisis que ahora viven.

Las descalificaciones entre el aspirante y el gobernador priista pasan rápidamente del asombro inicial a las anécdotas chuscas, el discurso del debate entre serio y ridículo, de los peces gordos a las cañas de pescar, del amigo del presidente y factor de la unidad priista veracruzana a lastre de la campaña. ¿Es premeditada la disputa? ¿Es real?

Lo real de todo, es el hartazgo de buena parte de la sociedad veracruzana que poco o nada soporta ya los tricolores arrebatos. Para muchos, la disputa priista es un ajuste interno de las cuentas de la famiglia que ha hundido a la entidad, la puesta en escena de Fuenteovejuna, unas simulaciones adicionales a las ya padecidas, responsables de los dolores y temores diarios de millones de veracruzanos.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
Tuitear resultados incluye los yerros? porque entonces va a ganar.

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