Imagen ilustrativa.

Carlos Hugo Hermida Rosales

Xalapa, Ver.- La principal amenaza al teatro de títeres no es el avance de la tecnología, ya que ésta acompaña a los titiriteros, quienes la dominan y usan a su favor. El peligro real es que los gobiernos e instituciones oficiales no aportan lo necesario para el desarrollo de la cultura, aseguró, titiritero y escritor uruguayo.

En la presentación de su libro El gran demiurgo, en el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana (UV), Curci estuvo acompañado de David Aarón Estrada, Cecilia Andrés, Lorenzo Portillo Armendáriz y Carlos Gutiérrez Bracho, como parte del Cuarto Coloquio El Títere y las Artes Escénicas.

El escritor aseguró que pese al poco apoyo institucional, el teatro de títeres sigue latente alrededor del mundo e incluso ha mejorado, ya que aparecieron escuelas en el ramo y existe una mejor formación, y los resultados de ello se verán en poco tiempo.

Rafael Curci explicó que en su texto propone distintas reflexiones y miradas sobre el teatro de títeres, en las cuales se aborda tanto al creador de éstos como al titiritero que los manipula, así como los distintos lenguajes que puede desarrollar a través del trabajo que realiza, lo que lo convierte en un libro que propone ideas y formas para construir montajes de este género.

Al abordar la importancia que encierra el teatro de títeres, mencionó que éste “gira en torno a personajes que son una ficción, porque son creados para interpretar ideas o emociones que sugieren y proponen, porque el títere es una representación que trabaja con un lenguaje simbólico; esta forma de teatro puede armar y desarmar mundos, ya que se expresa en un lenguaje metafórico y poético”.

El dramaturgo manifestó que una puesta en escena con títeres brinda a los niños la oportunidad de imaginar nuevos universos y permite que el público adulto se lleve una historia, se emocione, reciba un mensaje y pueda reflexionar sobre ello.

Curci ha recibido diversos premios alrededor del mundo como el Ariel Bufano a la dramaturgia titiritera otorgado por la Fundación SIMA y el Marionetteatern (Suecia) en 1995, el Premio Teatro del Mundo 2001 otorgado por la Universidad de Buenos Aires (UBA), por su obra El soldadito de plomo.

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