Fotografía ilustrativa.

El votante en un pueblo exótico
Mario Mijares

1.- Montesquieu antes de su viaje a Inglaterra, en donde se oligarquizó con las ideas de Locke, escribió sobre la desobediencia de los pueblos de espíritu oriental. Él retomó lo que Maquiavelo en su obra; El Príncipe en el tercer y cuarto capítulo, explica, sobre el modelo de conquista y conservación del poder, que se da precisamente en este tipo de comunidades, poniendo como el ejemplo del Gran Turco. El resultado del contraste entre la cultura occidental con la de los persas, va más allá del aspecto moralista o sociológico e incluso de las fantasías de la obra de Las mil y una noche, ya que el trabajo de Montesquieu, en sus Cartas Persas, supera toda entelequia. La información que se da en el libro, sobre los orientales no tiene parangón, pues aparentemente se limita a las costumbres de las mujeres del harén y los eunucos, así como los esclavos del Serrallo, el pensar así únicamente limita la obra. Lo interesante es que no exclusivamente se podría observar en Turquía, sino también en toda Asia, ejemplos como Mongolia y Japón de quienes observan tales estructuras culturales.

Es una apología oriental de tipo troglodita, pero en la región mexicana, en donde el pueblo pertenece a la esencia oriental. El egoísmo y el caos están presentes, y en la que históricamente, sólo un gobierno tirano es el que consigue administrar en este país. La libertad y la felicidad sólo son posibles en una forma de gobierno republicana, pero el dilema es que está fundada en gobernantes ilustrados y sobre todo virtuosos. Para ello, también es significativo que la moral laica se desligue de religiones como la católica-romana -de otra forma no se permitirá el espacio de la libertad requerida-. El escepticismo y tolerancia, no significa indiferencia política, tal como sucede en los países desarrollados o conocidas también como sociedades abiertas.

La posibilidad de un gobierno republicano, simplemente se dará cuando la voluntad del representante del Ejecutivo lo ejerza con inteligencia. Sin embargo, la tiranía se apoya en el conformismo humano, en el que no aparece ningún tipo de crítica al tipo de sociedad a la que pertenece. En general, los esclavos no acusan al opresor de los males que padece, sino a los que lo gobiernan, aunque conozcan el nombre del tirano. Sin embargo tampoco es capaz de descubrir sus patrañas, -simplemente se dedican a lanzar insultos o mil maldiciones-. Hay tres clases de tiranos: los que poseen el gobierno, gracias al sufragio popular, otros a la fuerza de las armas y los demás al derecho de sucesión.

2.- El proceso electoral en la que el voto a pesar de su prestigioso calificativo universal, lo han impuesto como si ésta fuera la prueba de la existencia de la forma de desgobierno de la democracia. En tal modelo popular, los ideólogos lo promulgan como si en este tipo de países la igualdad rustica se diera entre los ciudadanos. La realidad es que se trata de un gobierno desigualitario, y por tanto oligarca por esencia. Con el engaño del voto se elimina toda cualidad del humano para privilegiar la cantidad de forma excluyente.

En el caso del gobierno tirano en este país, como muchos, en la que se utiliza el sufragio. Si bien se reduce a un mínimo el uso de la fuerza, es por qué no siempre la necesitan, ya que es mediante la ideología y la utilería de los procesos electorales como los subyuga. Así es como se arriba al poder, siempre a través de la demagogia y el sufragio del pueblo. En la que el voto de un intelectual vale igual que el de un ignorante, o bien el sufragio de un desarrapado que el de un hombre acaudalado.

El problema es que el gobierno militar mexicano, emplea el voto universal únicamente como ingrediente de legitimación en beneficio de unas pocas familias encabezadas por Carlos Salinas. Por lo menos en los países como Noruega, o en algunos de Europa, en donde prácticamente han desaparecido las clases pobres, al menos ahí no se contradicen estos criterios igualitarios, e incluso se desplaza hacia arriba la escala relativa de los dueños de la riqueza con las clases con menos recursos.

3.- Asimismo, en Estados Unidos, su sistema electoral y de representatividad oligarca, son más claros ya que se divide en dos sufragios, el electoral de origen y el popular que se incorpora con posterioridad. Ahí el voto electoral lleva mano sobre el voto popular, el cual se convierte en un fenómeno de supervivencia para la oligarquía, quienes filtran y pagan para que los votados siempre estén en razón de los ricos, quienes son abanderados por las clases medias. Venza el Partido Republicano o Demócrata, no importa, no pasa nada pues se administra el mismo esquema, ya que tal bipartidismo no rompe con ninguna regla de la clase suprema.

De esta manera en este país, se rompe con el censo de riqueza, para emplearlo como ariete de la igualdad ciudadana. Con ello, que el voto de las mayorías en favor de las minorías asegura el bien común del pueblo angloamericano.

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