Foto: Francisco De Luna

Jornada Huasteca
por Livia Díaz

En defensa del capitalismo

La relación con el estado tendrá que reescribirse después del sexenio 2010-2016. Es claro ejemplo de que, cuando se excede, provoca daño a la propiedad privada del ciudadano capitalista y por tanto, violenta sus derechos.

La línea entre la propiedad del estado y el que lo habita es cada vez más extraña. El que sabía de sus privilegios al allegarse a una ciudad, comienza a extrañar el campo, por muy salvaje que sea.

Y es que, al final del sexenio, a los habitantes en las ciudades se les acabaron los privilegios de comercializar y comprar lo que les de la gana; en Xalapa hasta se les esfumó el privilegio de cobrar por la renta del pedacito en sus terrenos. Ahora, por decreto legislativo, tienen que dar gratis su estacionamiento en plazas comerciales.

Hay otros afectados. Cada día es más difícil sacar usufructo de sus posesiones, aprovechar los recursos naturales de sus propiedades y autodefenderse. Cuando se cambió la ley de petróleo, muchos que se creyeron los próximos Beverly Ricos, vieron volar a su imaginación.

En el campo la cosa anda parecida. Se terminó el derecho de obtener agua del pozo, por ejemplo en la congregación Ciruelar Tametate, Tantoyuca, en donde teniendo el Jagüey más rico y hermoso del norte de Veracruz, ya el alcalde y sus directores, convencieron al indígena de entubar el arroyo y pagar por el servicio.

Hay muchos lugares en donde ya no se puede usar la leña del árbol, crear su propio camino, colocar en su propiedad una tienda, una casa o una barda, aprovechar el sol, sin tributar por ello. Ni en el municipio, ni en las comunidades.

Ni los conquistadores tenían tanta injerencia en la propiedad privada. Ahora somos avencindados casi todos. A menos que seamos de otro planeta y nunca toquemos la tierra terrestre.

En una u otra forma, el sujeto en este siglo es obligado a pagar el derecho de piso en el orden regular y en el irregular.

El Congreso del Estado hoy está más cerca del Poder Ejecutivo que del Judicial; el comerciante que durante toda la historia de la humanidad ha podido sacar provecho de lo que compra, fabrica o adquiere, es obligado a someterse a reglas municipales.

Si a simple vista a un ciudadano que lee este espacio, no le parece que, por eso, vive en un país capitalista, que siga leyendo.

Al ciudadano además se le acusa de no pagar impuestos, los propios empresarios dicen «que los ambulantes no los pagan.» Es ignorancia. Casi todos los productos de consumo, hasta el agua, están pagando «más IVA.»

El sostenedor de un aparato estatal cada vez más grande e inconsecuente, es el trabajador, para quienes los alicientes por su esfuerzo en ser mantenedor de las instituciones, son cada vez menos.

Hace décadas, podía disfrutar un cine o teatro, unas vacaciones y hasta un canal gratuito de televisión, ahora en la mayor parte del país para ver televisión, tiene que pagar por la señal, ya que es deficiente, no encuentra teatros estatales ni cines, y las vacaciones, son sueños.

@editorahuasteca

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