Andrés Manuel López Obrador, precandidato presidencial.

Por Plinio Soto Muerza

La estrategia del miedo en el actual proceso electoral ha sido derrotada por el sentimiento de hartazgo y coraje de millones de mexicanos, que piensan ir a las urnas electorales, a ponerle un hasta aquí a la clase política corrupta y a sus redes de complicidad e impunidad.

Si en el 2006 la estrategia, basada en explotar el miedo de los electores, logró derrumbar en semanas la sólida ventaja de AMLO, en este año crucial para la historia, la misma estrategia, con incluso los mismos guiones, han sido fiasco que no han servido para reducir la amplia ventaja que todas las encuestas le brindan al candidato de la Coalición “Juntos hagamos historia”.

En un análisis comparativo, en febrero del 2006 AMLO se ubicaba al doble de las preferencias electorales de su seguidor, pero hacia mediados de marzo, y a principios de abril de ese año, los spot del famoso: “cállate chachalaca”, y el inicio de la campaña de “un peligro para México”, lograron revertir la ventaja de AMLO sobre Calderón, y para mayo se hablaba de un virtual empate técnico.

En el proceso actual, y para finalizar el mes de mayo, no sólo la ventaja de AMLO se mantiene en todas las encuestas nacionales, sino que incluso ha venido en aumento, rebasando en algunas de ellas, el límite del 50%, situación muy diferente a lo que se pronosticaba hace apenas unas semanas en el sentido de que AMLO había llegado a su techo en las preferencias, y se hablaba incluso de una caída y una tendencia a la baja.

Sin embargo, el curso de los acontecimientos ha mostrado que el hartazgo es más fuerte, y que el descontento social ha permeado en todas las direcciones y en todas las clases sociales. Está muy reciente en la memoria colectiva la promesa de una disminución de las gasolinas, de la luz eléctrica y del gas por parte tanto del PAN como del PRI.

Simplemente en la calle no se le puede creer de nueva cuenta a los mismos de siempre, a los que han prometido una y otra vez, mejores condiciones de vida y una justicia para el país. La gente en todos los rincones de México se ha mostrado sensible a la lamentable situación económica, social y política, y se pulsa un formidable ánimo por lograr un cambio verdadero en el rumbo del gobierno nacional.

La derrota de la estrategia del miedo se consolida todos los días, sin embargo crece en forma proporcional, la desconfianza hacia el propio árbitro electoral, el INE, así como también se observa un creciente aumento en las prácticas antidemocráticas, como es la compra del voto y el uso faccioso de los programas sociales a nivel federal y estatal. Todo indica que el último recurso del PRI y del PAN es recurrir al fraude, abierto y masivo para evitar el triunfo de morena y sus aliados.

Por otro lado, la violencia toca las puertas a los partidos, y un ambiente abierto de confrontación se respira en ciertos puntos de la geografía. En Córdoba, Veracruz, el video donde un grupo de guardaespaldas del candidato a diputado federal por el PVEM saca a relucir una pistola y amenaza a un grupo de ciudadanos, se suma al ambiente de provocaciones que desde el Palacio de Gobierno de Xalapa se alientan para evitar unas elecciones libres y en paz, pero pese a ello, una inmensa mayoría de ciudadanos están decididos a ir a votar y hacer valer su voto. Ante las amenazas de violencia, se configura una alta participación popular en las urnas.

Mientras tanto, la pesadilla de Yunes Linares está a punto de hacerse realidad; como gobernador será espectador directo del triunfo de AMLO, y sus nervios se tensaran al máximo por la existencia de la carpeta azul que está pendiente de investigarse. El actual gobernador de Veracruz sabe ya muy bien que el candidato presidencial de su partido no levantará y que tiene perdida la elección.

En ese sentido fue la declaración de su hijo al señalar que está dispuesto a trabajar con cualquiera de los presidenciables, y en específico con AMLO. La aceptación de la derrota de su candidato presidencial se reforzó después del segundo debate. Los Yunes han encendido los focos rojos, porque ahora ya no sólo ven real la victoria de AMLO en la elección federal, sino que ahora les asusta la posibilidad de la victoria de Cuitláhuac García, quien ha crecido en las preferencias.

Así las cosas a un mes de la cita electoral, la campaña del miedo parece estar derrotada, y en su lugar se aprestan a repetir desde el poder, las prácticas más burdas del fraude electoral. Es el único camino que les queda a quienes han fracasado en el intento por evitar el triunfo de AMLO. Pero basta ver cómo responde una ciudadanía cansada de lo mismo, y que está en pleno accionar por lograr una verdadera transformación de la forma de hacer y entender la política.

La declaración del tigre cobra mucho sentido en estos días: ¿Quién será el valiente que salga a decir, el 1 de julio, que las preferencias de AMLO desaparecieron por arte de magia?

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