Héctor Yunes al lado de Javier Duarte.

Entre Columnas
Lo poco que queda por robar.
Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com

Un hombre tiene que tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo.
Eduardo Chillida (1924-2002) Escultor y grabador español.

Los problemas de Veracruz son muchos; son tan profundas las dificultades que ponen a nuestra entidad como un Estado fallido y no es para menos pues los datos lo demuestran, empezando por su crecimiento económico negativo ( -2.1 ), con una deuda pública de casi 46 mil millones, lo que representa el 85% de las participaciones federales. El 61% de los veracruzanos labora en el sector informal y la pobreza se ha incrementado hasta abarcar al 58% de la población.

Son datos oficiales duros, crudos y hablan de una problemática que ha carecido de una estrategia para enfrentarla, evidencian la nula responsabilidad y compromiso social de unos gobiernos que a contramano de lo que se requiere, han privilegiado sus intereses privados, corrompiendo y corrompiéndose como la forma “normal” de proceder.

La Auditoría Superior de la Federación presenta datos de desvíos presupuestales por más de 35 millones de pesos, con lo que Veracruz se ha convertido en ejemplo nacional del manejo discrecional y corrupto del erario público, donde la impunidad es común denominador, cancelando las oportunidades del desarrollo a la gran mayoría de sus habitantes.

En una entidad flagelada por la corrupción y la arbitrariedad, lastima y ofende profundamente el que sin rubor moral ni político, el poderoso presidente nacional priísta diga hace unos días que “queda muy poco por robar”, calculando muy mal sus palabras por las connotaciones que legal y políticamente suponen; el desparpajo con que lo dice acaso contiene el cinismo de una clase política que en los hechos ratifica la impunidad imperante en Veracruz: No pasa nada.

Como otras, Veracruz es una entidad que este año tendrá proceso electoral, sin embargo es especialmente apreciada por su transcendencia para la elección presidencial del 2018, los resultados definirán muchos derroteros, marcarán agendas y darán posibilidades o no a actores políticos en sus aspiraciones, es por lo tanto un importante laboratorio donde se definirán recetas y futuros.

El laboratorio político veracruzano sin embargo no implica, como se supondría, el lugar aséptico donde se consultan las voluntades de millones, donde se establece un debate democrático de propuestas y se apuesta por el civismo político, no es eso, claro. Por el contrario, es visto como el lúgubre lugar donde se prepararán las fórmulas que rehabiliten y aceiten las viejas prácticas que han vaciado y puesto en entredicho a nuestra democracia.

Veracruz está a 4 semanas de asumir su realidad política, a 4 semanas de pasar la dura prueba de un ejercicio vilipendiado y degradado que a muchos les representa tan solo la continuidad de las simulaciones.

Sin embargo los momentos amargos de nuestra vida pública pueden tener un momento de inflexión este 5 de junio, un momento en que tal vez pueda demostrarse que, entre lo poco que dicen aún no se han robado, haya quedado la dignidad de una sociedad vigilante y comprometida que se haga presente con un proceso electoral que sea garante de la voluntad de millones de veracruzanos.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
En los restos del PRD veracruzano, solo quedan las disputas de la deshonestidad y el pragmatismo.

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