Eduardo Cruz, fotografía de Cecilia Gallardo.

Por Cecilia Gallardo / Cultura y Ocio

Tras recorrer algunos atractivos turísticos de la ciudad de Orizaba y alrededores durante más de dos horas, Eduardo Cruz Vázquez acude a la cita en el Museo de Arte del Estado de Veracruz, para hablar del Periodismo Cultural en México, en presencia de algunos colegas. No más de cinco.

El fundador del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura (Grecu) de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) ingresa puntualmente a una de las salas del ex Oratorio de San Felipe Neri y saluda a los asistentes, quienes esperábamos la charla. Las autoridades del museo se aparecen 25 minutos después.

Como parte del ejercicio que habitualmente realiza donde ofrece conferencias, Cruz Vázquez peina un par de secciones de periódicos locales de Córdoba y Orizaba, sólo para encontrar una constante: nada nuevo.

En los medios impresos –los mismos que promueven la Pokemonmanía– los temas culturales se mezclan con las notas de espectáculos, o se pierden en las otras secciones de información general.

La página completa con los resultados de la Lotería Nacional, que muestra frente a los participantes, se imprime tras cada sorteo, porque representa dinero y se considera un “servicio” al lector.

En este ajo, “todo vale y todo significa”.

Es la primera visita a esta ciudad del periodista Cruz Vázquez, escuchado por un abogado, un artista plástico, un ama de casa acompañada de sus hijas y un minúsculo número de reporteros. Doce personas en total.

El cronista toma un periódico entre sus manos y habla de su pobreza narrativa, hace notar los errores “de dedo” en las cabezas y lanza la primera realidad: si el gremio empresarial-cultural no se ve reflejado en la prensa, no invertirá. Es el primer cerco que el Periodismo Cultural debe librar.

Autor de Desde la frontera norte (UAM-Iztapalapa, 1991) y Del mismo cuero salen las correas (UAM-Xochimilco, 2002), el expositor desnuda al Periodismo Cultural, cuyo tema en estas tierras se ignora, no se entiende, y por lo mismo resulta innecesario.
Diez minutos antes de las siete de la noche, con el llamado a misa desde la Iglesia de la Concordia, Cruz Vázquez, expone los mitos del tema:

El Periodismo Cultural, asegura, no es una actividad central de los medios para la vida. “No es negocio”.

Las secciones culturales no revelan un ejercicio de pluralidad. De hecho, los medios de comunicación dan prioridad a las actividades gubernamentales, debido a los convenios publicitarios. Igual ocurre con los demás apartados noticiosos.

El ponente, quien se considera un escéptico de los medios digitales, dice que los periodistas culturales no quieren confrontarse y han perdido –tal vez algunos nunca lo desarrollaron– el espíritu beligerante: “No se atreven a generar reportajes, se repliegan”.

Como periodista cultural, desde 1980, reconoce que los medios de comunicación no demandan su oficio, que se mantiene en un proceso de transición muy lento. “No es nacional”, pues en la “provincia” apenas se alcanzan a elaborar notas informativas carentes de rigor, de investigación, lo mismo que en la Ciudad de México.

Y afirma que, como sucede con otros rubros, en este tema sí hay censura, sí hay corrupción, no hay interés –desde los medios hasta los lectores–, y su crecimiento gracias a las redes sociales y la Internet es un mito.

A quienes han estado interesados durante casi dos horas en su conferencia, por si acaso se les ocurre especializarse en la materia, les concede la de ocho: “¿Que el Periodismo Cultural tiene futuro? Lo pongo en duda”.

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