Foto: Primer Párrafo

Francisco De Luna/Williams Cortez

Xalapa, Ver.- A diferencia de gran parte del país, en la congregación 6 de enero no se espera la llegada de los Reyes Magos, pero sí se les festeja.

Aquí los niños no escriben carta a Melchor, Gaspar y Baltazar en la víspera, tampoco se les ve estrenando y presumiendo juguetes, a lo más que llegan es a comprarse una figura de globo o un algodón de azúcar que no pasan de los cinco pesos.

Como cada año, en esta colonia perteneciente a Xalapa, los habitantes celebraron el día con una gran fiesta en la que se ofrecen alimentos y bebidas embriagantes o agua de fruta para los invitados más recatados.

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Foto: Primer Párrafo

Los anfitriones matan al cerdo, a las gallinas y guajolotes más gordos, elaboran cientos de tamales y cuecen grandes cacerolas de frijol y arroz porque saben que este día tendrán muchas bocas que alimentar.

Se trata de una localidad conformada por 540 casas que albergan a más de 1200 habitantes y se ubica a 30 minutos de la ciudad de Xalapa, en la carretera que enlaza con el municipio de Alto Lucero y Actopan.

Uno de ellos es Juan Velázquez Cadena, tiene 63 años, todos viviendo aquí. Cuenta que en el año 1924 el entonces obispo Rafael Guízar y Valencia donó las imágenes de los Reyes Magos a la población, que para entonces apenas y superaba a las 60 personas.

Desde entonces se decidió que la fiesta patronal sería dedicada a Melchor Gaspar y Baltazar y que habría de durar dos días.

Actualmente la festividad religiosas se celebra en la iglesia construida en 1981, a donde músicos locales y de la región le cantan a las imágenes y al niño Dios colocado en un pesebre.

El campo está jodido

Como es día de fiesta,decenas de familias salen de la capital veracruzana y se dirigen a la congregación. En el autobús también viajaba la banda “Los Aventureros”, en el último asiento tuvo que acomodarse el encargado del tololoche, ese instrumento musical parecido al violoncelo, pero en gigante.

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Foto: Primer Párrafo

Entre ellos se platican que “seguramente en la comunidad ya habrá llegado la competencia” y al llegar a la 6 de enero, se asoman por la ventana y sólo alcanzan a mirar que otras agrupaciones ya les acapararon el negocio de las cantadas.

Ellos llegan a las mesas a tocar la canción que pida la familia o el comensal, en esas mesas donde de pronto la celebración aunque es motivo de la reunión entra en segundo plano, porque el tema de conversación es lo jodido del campo.

Entre lugareños y vecinos se cuentan las desgracias de sus cosechas, como los bajos precios de la caña que desde hace cinco años no ha logrado recuperar sus precios de 700 pesos por tonelada.

Otro más, de rostro con gestos molestos, sombrero y botines, relata que la caída en el precio de los tomates provocó que varios productores tiraran los frutos y hasta prefirieron dársela de comer a los puercos.

Y como si se tratara de presumir la crisis de sus cosechas, otro más en la mesa, relata que sus cafetales se perdieron por la plaga de la roya, un hongo extremadamente destructivo.

Ahora, algunos se aventuran para sembrar limón, con la esperanza de mejorar las condiciones económicas de sus familias y aprovechar sus tierras.

Se pierden los Reyes Magos

En esta congregación 6 de enero, era una tradición nombrar a los niños como algunos de los Reyes Magos, pero esto se ha ido perdiendo en los últimos años, más no el ánimo y la disposición de los lugareños, quienes esperan con ansias este día para organizar la fiesta.

Al terminar de degustar los platillos, algunos curiosos pasean por las únicas tres calles pavimentadas, donde se observan casas abandonadas, otras a medio construir, aunque la mayoría de concreto y pintadas de multicolores.

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Fuera de la iglesia, se instala un pequeño tianguis, con pocos artículos y tres juegos mecánicos.

La fiesta continuará por la noche con un baile, pero sin juguetes ni compras de último momento.

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