Assad y Yunes. Fotografía tomada de http://www.expresodetuxpan.com

Los que se van

Por Plinio Soto Muerza

En los pasillos del Gobierno del Estado de Veracruz, los funcionarios que se creyeron que habían llegado para no irse, han comenzado a empacar sus pertenencias. La noche se les vino encima a todos esos funcionarios que bien vestidos, con porte de señoritos, adornados con cortes de Chanel, Louis Vuitton, Versace, Gucci, Armandi o Dior, llenaron las dependencias de gobierno con la firme creencia que los veracruzanos les habían entregado la patente del cambio en el 2016, y que tenían el derecho a instalar una dinastía.

El estilo de gobernar de los “juniors” en Veracruz ha sido un fracaso. Ni la imagen de nuevos políticos impulsada por altos funcionarios como Elias Assad Danini (Comunicación Social), Indira de Jesús Rosales San Román (Desarrollo Social), o Alejandro Zairick (Desarrollo Económico y Portuario); así como diputados locales como Bingen Rementeria Molina, Juan Manuel de Unanue Abascal y la misma Josefina gamboa Torales, pudieron evitar la estrepitosa derrota del proyecto político del yunismo.

Ahora la falange de funcionarios yunistas hacen sus maletas, y se aprestan a salir por la puerta de atrás de sus lujosas oficinas que creyeron ocupar para muchos años. Con ellos también se va una generación de políticos que se han servido de los espacios públicos para acrecentar sus fortunas, y que como tutores de los mirreyes que confiaron en el hijo prodigo, se prestan a vaciar información y documentos que les comprometa. La mudanza ha comenzado en el gobierno del estado, algunos de ellos irán a refugiarse en los gobiernos municipales como el de Veracruz puerto, donde seguramente se atrincheraran para comenzar a fustigar al gobierno que llega.

En esencia, las pasadas elecciones dejaron claro que en Veracruz la forma tradicional de hacer política, lejos de una ciudadanía que clama todos los días por hacerse escuchar, está en quiebra por la soberbia y la vanidad de los políticos “lujosos” que llegaron al gobierno estatal. Si bien en el 2016 se rechazó a los políticos corruptos que saquearon las arcas públicas, en el 2018 se dijo basta a la generación de políticos de los Daddy´s y Junior, que se llevan como estigma para la historia, su enorme insensibilidad a los reclamos de la gente.

El gobierno que se va no quiso solucionar los graves y urgentes problemas de Veracruz, porque estuvo desde el principio obsesionado por una continuidad dinástica. A Miguel Ángel Yunes Linares nunca le intereso solucionar nada, ya que su meta fue desde el primer día de su gobierno, dejar a su retoño e inaugurar una dinastía familiar que le permitirá manejar la política en Veracruz. En esa lógica estuvieron los nombramientos, el reclutamiento de personal de las áreas claves de gobierno; todas las acciones de su administración fueron diseñadas para su continuidad en el poder. Pero sin que pudieran evitarlo, se encontraron de frente en el camino a una ciudadanía harta de corrupción, prepotencia e impunidades.

Los que se van se llevan historias de ineficacia, y las cifras cotidianas apabullan sus discursos de despedida. La inseguridad esta incontenible, los niveles de homicidios a la alza, los robos con violencia no dejan en paz a los ciudadanos; el desempleo no ve fin, el estancamiento económico deja en la calle a miles; desde Coatzacoalcos hasta Panuco la economía no crece y se contrae con el saldo de miseria para miles de familias veracruzanas. En materia social, el ejército en pobreza se desborda en las Sierras de Zongólica, Chicontepec, Santa Martha. El fracaso del pretendido gobierno del cambio es brutal.

Quienes ofrecieron gobernar con transparencia y permanente rendición de cuentas, quienes ofrecieron un gobierno abierto y vinculación con la gente, hoy se baten en retirada incapaces de reconocer que fueron incapaces.

El proceso de elaboración del Plan Veracruzano de Desarrollo 2016-2018, publicitado en los meses previos a la toma de posesión de Yunes Linares como un gran acto republicano y democrático, ha quedado como el espejismo permanente.

Ante la huida vergonzosa de los pretendidos gobernantes del cambio, una serie de preguntas se hacen necesarias y exigen una respuesta puntual: ¿Qué hicieron en los últimos dos años, cuántos programas establecieron, cuántas metas se lograron, cuantas obras se concluyeron?

En el diseño de las políticas públicas del gobierno yunista, ¿Cuántos veracruzanos se beneficiaron, cuántos necesidades se cubrieron, cuánto costaron los proyectos ejecutivos, qué fue del pretendido Laboratorio de los Grandes Datos del gobierno de Veracruz?

Los que se van deberán de rendir cuentas claras y contundentes de lo que hicieron a su paso por el gobierno de estado y si bien, los que se van deberán por ley rendir informes detallados a la próxima legislatura, que entra en función el próximo noviembre, tienen también que responder a los ciudadanos en todo Veracruz. En ese entendido no puede haber complicidades, como tampoco construcción de impunidad.

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