Fotografía ilustrativa tomada de arvm.mx.

Entre Columnas

Nuestro bono demográfico

Martín Quitano Martínez
mquim1962@hotmail.com

Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse.
Kofi Annan (1938-?) Secretario General de las Naciones Unidas.

Hace 17 años (en 1999) la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas declaró al 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud con el propósito de generar la atención mundial hacia este grupo poblacional, analizando sus problemas y oportunidades para proponer la construcción de políticas dirigidas hacia él.

Por sus características demográficas México es un país de jóvenes y aunque hemos visto imponerse los patrones de la transición demográfica mundial desde mediados del siglo pasado, los cambios han sido menos drásticos que en otras regiones del planeta, sin embargo en solo 10 años la proporción de jóvenes se ha reducido alrededor de 10 puntos porcentuales entre 2005 y 2015, calculándose una reducción al 30% en el 2020 y al 24% para el 2050.

Actualmente la tercera parte de los mexicanos tiene entre 12 y 29 años, sumando alrededor de 38 millones de habitantes, lo que significa un potencial socioeconómico que, de aprovecharse cabalmente, nos permitiría cimentar un mejor futuro como nación.

No está mal pensar en lo virtuoso de esa condición demográfica si las agencias gubernamentales fortalecieran estas ventajas, incorporando al desarrollo y a las políticas públicas a estas cohortes de población desde su edad temprana, sin embargo las circunstancias en las que vive un número muy significativo de nuestros niños y jóvenes, ejemplifican y desnudan el fracaso del modelo de crecimiento económico, cultural y de relaciones sociales.

Datos duros que presenta la CEPAL muestran la gravedad de nuestra situación, pues el 45% de este espacio generacional se encuentra en la pobreza y cerca de 3.5 millones de ellos viven en la extrema pobreza, situación que exige como prioridad acciones puntuales que rompan lo que define como circuitos de pobreza generacionales, reto aún mayor que el de potenciar el desarrollo generacional.

La ventana de oportunidad demográfica entendida como la posibilidad de potenciar las capacidades de una generación, estaría en riesgo de no atenderse cuanto antes, pues la tendencia de su participación relativa es a la baja, frente al incremento de las personas de 60 años y más, lo que impone una estrategia combinada de atención a los extremos de la pirámide, que permita enfrentar en mejores condiciones sociales y económicas una mayor carga para el Estado.

La pobreza es uno de los peores escenarios de una nación, pues es un factor que marca no solo el presente de los individuos, sino que de muchas maneras también modela su futuro. Es un elemento que marca una constante barrera para pensar en el desarrollo de la vida de los jóvenes, derivada del modelo dominante que define sin cortapisas la exclusión de millones en nuestro país y entre ellos a nuestra juventud.

El periódico El Universal presenta los resultados de una encuesta levantada a jóvenes con motivo del Día Internacional de la Juventud, apreciándose su desapego respecto del ejercicio político y los políticos a los que el 37% considera deshonestos, un 22.8% no les muestra interés y un 22.7% dice no entender nada de política, interesándose en ella solo un 24%. mientras que la familia, la escuela y el trabajo alcanzan un 96, 91 y 88 por ciento de su interés, respectivamente.

La desconfianza y la indiferencia sellan la distancia de la juventud, inhibiendo o retrasando su participación en las acciones públicas. Los ideales juveniles reivindicativos y de lucha social se trasladan en concordancia al modelo cultural enajenante, bajo esquemas que profundizan la individualización y restringen visiones colectivas; no es una situación general pero si mayoritaria.

Son claros los pendientes para con nuestros jóvenes: educación, capacitación laboral, generación de fuentes de trabajo y el ejercicio pleno de sus derechos son elementos que la propia CEPAL identifica como acciones centrales que, de impulsarse, lograrían evitar esa catastrófica reproducción generacional de la pobreza y la profundización de escenarios de mayor inseguridad y falta de cohesión social.

Los retos son mayúsculos y la obligación del Estado y los gobiernos no pueden quedarse en el reconocimiento discursivo, demagógico, que en los hechos nada aporta en el rescate y aprovechamiento de nuestro bono demográfico.

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

La actitud de EPN en su última visita Veracruz es la crónica de un desprecio.

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