Foto: Jessica García / Cada paso es asombroso, vegetación y paredones rocosas

Texto: Francisco De Luna /

Fotos: Jessica García /

Zozocolco, Ver.-Su significado es lírico. Está inspirado en la artesanía y en uno de los principales elementos de la cultura indígena. Zozocolco: “Lugar de los cántaros del sol”. Y no es para más cuando este municipio totonaco, está rodeado de incontables pozas con aguas cristalinas, frías y profundas.

Aquí los nombres de las pozas van desde los comunes como “La Junta”, hasta aquellos que pueden causar un poco de temor y no querer nadar en “La poza del diablo”; aunque hay otros más románticos como “El callejón”.

Pero para los lugareños uno de los sitios más bellos es al que nombran como “El caliche”, un sitio rocoso, de paredes extrañas y rasposas que durante milenios han formado caprichosos pasadizos.

Se trata de una roca que mide más de diez metros, pero que a su vez une a los cerros por donde escurren las frescas aguas. Abajo se ha formado una especie de arco y túnel para dar paso al arroyo, aunque justo debajo de El caliche, una poza extensa, con profundidad y agua verde color esmeralda asombra a la vista, la cual no espera e invita a ser fotografiada.

Aquí es momento de guardar la cámara, quedarse quietos, sentir la frescura, escuchar el trinar de las aves, poner atención al suelo mojado, a las rocas resbalosas y admirar la hermosura en un espacio que de pronto no se sabe si es extenso, porque las imágenes son constantes y los ojos no se dan abasto.

Foto: Jessica García/ El Caliche. En el arroyo grandes extensiones de paredes formadas por piedras recorren entre bejucos, hierbas, manantiales y humedad
Foto: Jessica García/ El Caliche. En el arroyo grandes extensiones de paredes formadas por piedras recorren entre bejucos, hierbas, manantiales y humedad

Estás en un lugar de vegetación excesiva. Arriba se notan las raíces que cuelgan de algunos árboles longevos, esos que se aferran a la tierra como ahora a nuestros recuerdos. Ahí apenas unos rayos del sol pueden penetrar y tocar las aguas. Hay una claridad como queriéndose perder en el limbo de la oscuridad.

El túnel milenario

En El caliche pareciera que nada es serio, aunque la naturaleza no juega a engañar. En los paredones que están por quedar unidos y formar una caverna, sobresalen figuras proyectadas por la imaginación. Se puede observar un rostro cadavérico, algún felino, siluetas que asemejan alguna deidad prehispánica.

Lo cierto es que en el arroyo grandes extensiones de paredes formadas por piedras recorren entre bejucos, hierbas, manantiales y humedad, para terminar en pozas, cascadas y pequeñas caídas de agua.

Esta naturaleza está en la ranchería Tahuaxni, nombre en totonaco que significa “escarbado”, pues  de acuerdo a la historia de la localidad, una plaga de chapulines cubrió esas tierras y la única manera de acabar con ello, era enterrándolos.

Para llegar a El caliche, anticipamos que es necesario contar con un buen calzado, de preferencia botas, porque los caminos son casi intransitables, hay que abrirse paso entre la vegetación y sujetándose de troncos y raíces salientes o de lo contrario caerán al vacío.

Se trata de un túnel milenario. Para atravesarlo se requiere de mucha astucia y nada de miedo al agua porque la poza es demasiado profunda y unos cinco metros de largo pero oscuro en su trayecto.

Foto: Jessica García / Las memoria fotográficas de un recorrido en las entrañas de Zozocolco
Foto: Jessica García / Las memoriaS fotográficas de un recorrido en las entrañas de Zozocolco

Los esfuerzos al recorrer este pequeño “paraíso” bien valen las caídas, resbalones, el temor  y adrenalina que se llega a sentir entre esas casi desoladas veredas, pues en el paso apenas se observan seis chozas metidas entre la vegetación.

Cada paso es asombroso, más aún en el arroyo donde a la vuelta hay cascadas, pozas profundas y otras no tanto para meter los pies, lavarse la cara o el pelo para saciar el cansancio rural.

Tan cristalinas están las aguas que se puede admirar a las acamayas, los peces y tortugas que se esconden entre las rocas. Y cuando los parroquianos acuden a pescar, se avientan los clavados, se les ve nadar en el fondo y sacar algunas especies porque son parte del platillo que cenarán luego de una intensa jornada en la milpa.

Se trata de sitios mágicos que se descubren al caminar en las entrañas de Zozocolco, municipio ubicado en la zona norte del estado de Veracruz. Una región totonaca que se extiende en las montañas.

Pisar estos terrenos también es cansancio, pero en ellos se deja el estrés citadino. Aquí las postales aparecen en cada espacio: en el monte, en las aguas o callejones empedrados de “Los cántaros del sol”.

Foto: Jessica García/ Panorámica del Pueblo Mágico, Zozocolco de Hidalgo Veracruz
Foto: Jessica García/ Panorámica del Pueblo Mágico, Zozocolco de Hidalgo Veracruz

TEXTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN http://delnorteasur.blogspot.mx/

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here