Padre con hijos, imagen tomada de educima.com

*Siempre contarán conmigo*

Margarito Escudero Luis

Llegaron justo cuando el otoño entraba en mi vida, cuando la mayoría de quienes forman mi regeneración tenían la vida hecha.

Uno es incompleto sin hijos, uno no conoce la felicidad entera hasta tener en brazos un pequeño ser, aparentemente indefenso, pero con llenos de luz, de esperanzas, de alegría.

Así que, cuando llegó Alan, mi vida se transformó por completo, la forma de ver la realidad fue diferente, las responsabilidades aumentaron, el reto fue enorme.

Pero, ¿de qué estaría hecho si no lo afrontará con la felicidad generada?

Hoy en el inicio de mi séptima década, veo a Alan en su adolescencia, con sus ojos puestos en el futuro sin importarle el desastre que le estamos dejando como país.

Sus ojos llenos de ilusiones, se posan en el mañana sabedor de su potencial y de su inteligencia.

La felicidad no es completa sin una niña. Uno se da cuenta de que es bendecido cuando la vida se completa en ver crecer a un varón y una nena.

Las condiciones en que Magui llegó a iluminarme fueron muy especiales.

Ella decidió nacer contra los pronósticos del médico que la atendía junto a su madre.

A pesar de que la esperábamos con ansia, llegó sin avisar, en complicidad con Dios escogió su día de cumpleaños bajo el signo de Sagitario.

Ella crece, hermosa, formándose como mujer, preparándose para enfrentar su futuro.

Yo, muy orgulloso de ellos.

Alan y Magui son los seres que yo amo más que a mi mismo, gracias a ellos mi vida adquirió un real sentido.

Hoy, lejos de ellos, en la distancia, les digo que los amo, que los extraño y que siempre contarán conmigo.

Gracias a ellos me gané el título de papá.

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