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Kairós

Un Veracruz Nuevo

Francisco Montfort Guillén

¡Qué parto tan difícil el del nacimiento de la democracia en Veracruz! El mundo viejo no sólo se resiste a morir sino que pretende dejar nuevos entenados para seguir reproduciéndose. Esta es la lógica social del pensamiento que sostiene el conservadurismo y que permitió la restauración del sistema de Partido Único en nuestro estado. Las reformas del actual gobierno son los desgarradores gritos de agonía de una forma de gobernar disfuncional, una forma obsoleta de gerenciar los asuntos públicos. Muere, en medio de estertores, coletazos, dentelladas un sistema apuntalado por un gobierno privado, (contradicción central) perteneciente a un grupo de políticos encumbrados por las artes del amiguismo, el compadrazgo, las complicidades.

Estos problemas políticos constituyen gran costo para la sociedad veracruzana. Consumen irracionalmente recursos humanos, materiales y técnicos que debieran estar destinados a la creatividad y la inventiva aplicadas a la solución de los graves, profundos, múltiples problemas que entierran el bienestar actual y los deseos e ilusiones de progreso de millones de veracruzanos. Es claro que antepongo la lógica política provinciana a la lógica de la racionalidad universal del desarrollo.

Nuestros esfuerzos rendirán mejores frutos si pensamos en el Veracruz Nuevo y no en el nuevo Veracruz. Si los españoles hubieran decidido crear la España Nueva y no, como lo hicieron, reconstruir la Nueva España en tierras lejanas, hubieron podido dejado atrás las desgarradoras luchas religiosas y culturales que les hicieron perder muchos conocimientos y mujeres y hombres ingeniosos e inteligentes y no destruir las culturas aborígenes de lo que hoy llamamos Latinoamérica, de igual grandeza cultural a las mejores sociedades europeas.

El nuevo Veracruz cargaría con el sostenimiento de estructuras en verdad inadecuadas para fomentar el progreso colectivo, contrarias para construir una vida social regida por un Estado de derecho competitivo, destructoras de la vida nueva que habrá de surgir con el cambio que inició en el ámbito político, pero que debe ser extendido a todos los demás ambientes que forman la vida pública veracruzana.
El Veracruz Nuevo debe iniciar con el fin de las exclusiones marcadas desde la misma titularidad del Poder Ejecutivo, que fue cerrando su círculo hasta convertirse en jefe de un pequeño pero muy poderoso consorcio privado, que determinó la desigualdad como principio de mando y que ha generado muchas miserias, marginalidad y empobrecimiento en todos los ámbitos sociales.

Cuestión de recordar que fue la redacción caprichosa de una <<Nueva Constitución>> y no de una <<Constitución Nueva>> la que inició la bancarrota final del Estado de derecho en Veracruz. Vanidad del poderoso que junto con el encumbramiento de amigos, no siempre los mejores para realizar las funciones designadas por la ley, inició un camino de negocios, supuestamente ilegales la mayoría, que determinaría y encumbraría los intereses personales por encima del llamado interés general, es decir, los intereses de los ciudadanos veracruzanos.

Es necesario dejar atrás las instituciones diseñadas a capricho. También terminar con las maneras y formas de gobernar personales e ilegales, condiciones que rompieron la estabilidad política y social. Este debe ser un paso fundamental para encaminar a los ciudadanos por el sendero del Veracruz Nuevo. Esta superación histórica exige, por supuesto, restringir las acciones de los nuevos gobernantes al cumplimiento estricto de la ley. Reformar leyes e instituciones con sentido de lo público, con plena conciencia de la superioridad de la República y de la generosidad de la democracia. Esta es la condición de inicio que exige la instauración y el reinado supremo del Estado de derecho.

Así mismo, requerimos, para el florecimiento del Veracruz Nuevo, la restauración del optimismo. No el optimismo del discurso blandengue de los cursos de auto superación personal, válidos para el ámbito privado de las personas que recurren a ellos. El optimismo político debe provenir del enojo social y del sentido de lo trágico. Vivir la vida como permanente crítica de lo establecido y de la lucha de superación de obstáculos, de batallas continuas en contra de la adversidad, sin descanso, sin tregua, sin fallecimientos. El optimismo del Veracruz Nuevo tiene que provenir, en primer lugar, del análisis crítico y de la aceptación explícita de la bancarrota moral de su clase gobernante.

Debemos filtrar, por el cedazo de la inteligencia pública y la reflexión radical, el desorden moral de los dirigentes gubernamentales de los últimos 18 años. No para levantar una pira pública de nombres y culpas para el consumo masivo del espectáculo denigrante. Sí para construir un sólido pensamiento crítico que nos conduzca a la explicación de esta bancarrota del pensamiento y de la ética pública, quiebra que antecede al desastre económico de las finanzas públicas y de la producción y distribución de bienes y servicios gubernamentales y que se extiende hasta el ámbito de lo privado.

Algunas de las raíces de la desventura veracruzana las podemos encontrar en la debilidad de las instituciones públicas y privadas. Para ser consecuentes con la crítica del desorden moral de la clase política, debiéramos tener el valor de aceptar que la formación de capital humano en Veracruz es sumamente endeble, porque tiene grandes dosis de auto engaño. La proliferación de títulos de enseñanza media superior y superior está fincada en buena medida en el fraude a la calidad y al rigor de la enseñanza y el aprendizaje. Deberíamos tener las agallas de reconocer que la mala calidad del funcionamiento de las instituciones públicas inicia con el capricho de su creación o modificación y funcionamiento a modo, seguido por el encumbramiento de personas a puestos directivos, carentes de méritos para conducirlas.

Sin actitudes y conductas sustentadas en la ética, sin exámenes autocríticos, el Veracruz Nuevo tardará más en nacer y crecerá con más taras de las inevitables. Si nuestra democracia salió con defectos tan serios que hoy no encuentra siquiera un padre que se haga responsable del engendro. Si naufraga nuestro Estado de derecho, podrido por la inseguridad pública, el pésimo sistema de justicia, el malísimo desempeño del ministerio público y la desoladora actuación de las policías se deben, en buena medida, al abandono del pensamiento crítico y la renuncia a aceptar la defectuosa calidad institucional y de capital humano.

No es posible construir el futuro ocultando el pasado. Tampoco culpando eternamente a quienes han fallado. Conocer ese oscuro pasado es muy útil para evitar incurrir en los mismos defectos y equivocaciones. Pero no se puede avanzar recostados sobre la responsabilidad de los antecesores. Así que el presente/futuro inmediato necesita de nuevas visiones, de nuevas actitudes, de una nueva ética pública y de nuevas mujeres y nuevos hombres, es decir, de seres humanos comprometidos con el futuro deseable y viable de la sociedad veracruzana.

Quienes deseamos que ésta, la de Veracruz, no sea una transición tan fallida como otras y que por el contrario sea un referente de éxito gubernamental, debemos exigirnos conocer el pasado de lucha de al menos dos generaciones que soñaron con un Veracruz Nuevo. También debemos colaborar con propuestas de acciones públicas gubernamentales, viables de ser realizadas en el cortísimo plazo. Exigir a los nuevos funcionarios que no vean su llegada al poder como resultado de una simple victoria electoral, un cambio cosmético de siglas partidistas que pretenda aprovechar, para su usufructo personal y de grupo, las estructuras viciadas del actual sistema político y de gobierno.

Si los nuevos funcionarios llegan a realizar negocios privados y a utilizar en su provecho los sindicatos y grupos fácticos del priismo decadente, entonces tantos años de lucha serán tirados a la basura y los problemas del Viejo Veracruz serán trasladados al Nuevo Veracruz que terminarán por aniquilar, desde su nacimiento, al Veracruz Nuevo. El llamado es a construir una nueva mística de la transición democrática con las ideas más brillantes de los ciudadanos y de los militantes de los partidos Acción Nacional y de la Revolución Democrática. Una nueva mística de servicio público con las mejores mujeres y los mejores hombres de la sociedad civil y de la militancia de ambos partidos.

Necesitamos en suma de generar esfuerzos ciudadanos para crear una nueva cultura política. Para eso debe servirnos la crítica al pasado y la revisión del mundo de las ideas que están configurando el mundo del futuro. Requerimos de ciudadanos con enormes ansias de futuro, conocedores de las ideas universales de mejoramiento de los seres humanos y de sus condiciones de vida que modelan desde fuera nuestro entorno. Alentemos un gobierno de nuevas ideas, sustentado en su accionar por nuevas mujeres y nuevos hombres que están a la espera de una oportunidad para servir al cambio, a la transformación del desastre presente en promisorio futuro. Sí, por qué no: un gobierno de ideas, el mejor gobierno con los mejores seres humanos: eso debemos impulsar para cambiar y que aparezca el Veracruz Nuevo.

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