Presupuesto extraordinario

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Jorge Ignacio Luna Hernandez.

Tiempos de cambio

Jorge Luna

«Los momentos de crisis, para superarse, requieren de un pueblo unido y de gobernantes con disposición, sensibles y honestos».

Hace algunos días, el Presidente de la República envió a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma a diversos artículos de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria con el único objetivo de hacer frente al coronavirus y a futuras emergencias económicas que pudieran poner en jaque al gobierno de México.

La iniciativa consiste en que, existiendo una emergencia de carácter económico, la Secretaría de Hacienda pueda reorientar los recursos asignados en el Presupuesto de Egresos para atender la emergencia, Secretaría que depende directamente del Ejecutivo; es decir, que ante una emergencia económica, el Presidente de la República pueda redistribuir los recursos para gestionarla con un buen margen de acción.

Medida que en el contexto actual encuentra sobrada justificación, dado que toda crisis es por naturaleza imprevista y por ende, surge la imperiosa necesidad de un presupuesto extraordinario para atenderla.

Sin embargo, a la par de esta iniciativa se han suscitado fuertes críticas emanadas de la oposición, que pretende conformar un bloque en contra de esta iniciativa y abiertamente en contra del Presidente con argumentos carentes de todo sustento que llegan al extremo de compararlo con dictadores comunistas y lo acusan de querer concentrar en su persona los poderes Ejecutivo y Legislativo. Nada más alejado de la realidad.

Si bien, la facultad para aprobar el Presupuesto de Egresos se encuentra reservada a la Cámara de Diputados, no menos cierto es que el Presidente cuenta ya de por sí con buen margen para reasignar los recursos. Por lo que siendo así, surge la interrogante ¿porqué presentar una iniciativa en dicho sentido? La respuesta sin duda es política y es de forma, plantear a la Cámara la propuesta de reasignación en pleno respeto a la división de poderes y que ésta, a su vez, se pronuncie previamente a las erogaciones, generando así una acción consensada.

Ante esta coyuntura, viene a bien recordar la realidad histórica del ejercicio del poder en México. Durante décadas, lo mismo el Presidente de la República que los Gobernadores de los Estados y Presidentes Municipales han llevado a la práctica todo lo contrario. Es decir, primero han ejercido los presupuestos de los entes públicos a discrecionalidad, para finalmente ajustarlos en las respectivas cuentas públicas según las erogaciones reales efectuadas.

Para muestra un botón. Tan solo en el año 2015, el Gobierno Federal encabezado por Enrique Peña Nieto, reasignó el equivalente a 8 puntos del PIB, equivalente al 20% del Presupuesto de Egresos de la Federación, sin previa aprobación del Congreso y sin que existiera contingencia alguna. En ese entonces el Congreso de la Unión, con mayoría priísta y con el apoyo del PAN, PRD y MC al amparo del Pacto por México, avalaron el gasto sin si quiera un debate previo.

Resulta vergonzoso que frente a una crisis como la que azota hoy a México y el mundo, los intereses personales y las ambiciones políticas y económicas se antepongan al bienestar del pueblo. Intentar sacar raja política en tiempos de crisis es equivalente a lucrar con el dolor de la gente.

Es incuestionable que para una adecuada gestión de la pandemia por coronavirus se requiere de un presupuesto extraordinario, insensible sería pensar lo contrario. La vía para su redistribución, siendo legal, debería ser de menor importancia que la solución de la crisis actual, pues seguramente se pueden lograr las adecuaciones y acuerdos necesarios.

México hoy requiere de unidad en todos los sentidos y en todos los ámbitos. En estos momentos de crisis polarizar y generar división entre el pueblo no abona en nada y lo complica todo.

Jorge Ignacio Luna Hernández

Licenciado en Derecho

Maestrante en Administración Pública

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