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No se olvida, de ninguna manera, que el caso Duarte, el más sonado de todos los tiempos en México y el mundo, le ha estado restando muchas ventajas. Ya lo vimos en Veracruz, donde el PRI, perdió, precisamente, por la intervención de Javier Duarte de Ochoa.

El catálogo de clientes del despacho Del Toro Carazo es variado, la mayoría son actores políticos, como el exsubprocurador Víctor Arvizu o el actual gobernador Aristóteles Sandoval; los líderes sindicales como Napoleón Gómez Urrutia y "La Maestra" Elba Esther Gordillo ex lideresa del SNTE.

Como suele suceder en estos casos, la red de protección con la que la esposa de Javier Duarte se había mantenido a salvo, está deshaciéndose gracias a sus mismos cómplices, que con tal de salvar el pellejo, no dudaron en implicarla en lo más alto de la toma decisiones de la jerarquía duartista.

Ahora el asunto se comienza a centrar en la esposa, todavía, del exmandatario veracruzano, Karime Macías, a la cual, se le han ido encima todos los ex colaboradores de Duarte de Ochoa, señalándola como el verdadero cerebro del gobierno pasado

Antes de enero podrían estar tras las rejas o bajo proceso más de una docena de ex gobernadores: Sonora, Guillermo Padrés; Veracruz, Flavino Ríos; Aguascalientes, Armando Reynoso; Nuevo León, Rodrigo Medina; Chihuahua, César Duarte; Quintana Roo, Roberto Borge; Oaxaca, Gabino Cué; Tamaulipas, Tomás Yarrington; Coahuila, Jorge Torres; y de Veracruz, la perla política más valiosa, Javier Duarte.

Criticar en estos momentos a los nuevos actores políticos que se mueven dentro de la militancia tricolor, así como a los nuevos procedimientos que se utilizan para mantener al PRI, dentro del campo de la competencia electoral, es casi como querer establecer que en el pasado todo fue mejor.

Si Javier Duarte no es procesado de acuerdo con la gravedad de los delitos que cometió y del daño que causaron a la sociedad veracruzana, que se despidan de sus sistemas anticorrupción y de su sistema de justicia por completo. No habrá en este país quien les crea más nunca una sola palabra.

El avecindado en Tepito es el gandalla en la cancha, el que saca de la chistera el pase con la “joroba”, la “cuauhtemiña” y la finta que en el barrio prende pero que en la cancha se toma como una más de sus locuras.

La insensibilidad y nulo conocimiento de la dimensión de una verdadera política cultural que muestra el director del Instituto Veracruzano de la Cultura, Enrique Márquez Almazán, tiene entrampado a este organismo como no se había visto antes.

Lla Procuraduría General de la República, ha comenzado por perdonar a dos de los involucrados en el caso Duarte.