Foto: Miguel Ángel Carmona/FOTOVER.

Francisco Cabral Bravo

Se acerca 2017. Parece que fue ayer que celebramos la llegada del 2016, un año cuyo tema musical bien pudo haber sido la canción “Sorpresas te da la vida”, el Brexit, el referéndum en Italia, la elección de Trump, las elecciones en México, la victoria de Miguel Angel Yunes Linares en Veracruz. En la puerta esta 2017, así que hay que prepararnos.

No se trata de un tema trivial precisamente de ello depende el éxito o fracaso de nuestro país y de sus entidades. Estar preparados nos permite adaptarnos mejor ante un entorno cada vez más cambiante. Recordemos la ley de Darwin: no son los más fuertes, los más grandes, ni siquiera lo más inteligentes los que sobreviven; sobreviven los que mejor se adaptan. Algunos puntos al respecto.

Proactividad, anticiparse. El tema es tan importante que Stephen Covey lo marca como una de las características de la gente sumamente eficaz, en su afamado best seller: “Los siete hábitos de la gente altamente eficaz”.

Hasta el recientemente fallecido Andy Grove uno de los fundadores de Intel, lo plasma en el título de su autobiografía “Sólo los paranoicos sobrevivirán” con lo que quería dar a entender que constantemente había que estar pensando quién es el que va a acabar con nosotros, como si padeciéramos el delirio de persecución propio de los paranoicos.

Prepararse lleva tiempo que es un recurso.

Además de requerir tiempo, es una actividad que  muchas veces no es urgente. Y como a veces nos la pasamos resolviendo urgencias, cuando no hay urgencias tendemos a bajar la guardia y tomárnoslo con calma. Grave error. Esos momentos de calma deben ocuparse para atender lo importante, invertir en aprender, en capacitarse, en preparar lo que necesitaremos, en ordenar el sitio de trabajo, en tener en orden todo lo que pensamos será necesario, es algo que lleva tiempo, pero que nos permitirá estar preparados para lo que venga, cuando ya no haya ese tiempo.

Es paradójico, pero tener las cosas arregladas y en orden nos liberan para ser creativos e innovadores.

Prepararse significa desarrollar capacidades, adquirir habilidades, hacerse de recursos. Prepararse es una actividad seria, que pide dedicación. Aprender es adquirir conocimiento, es desarrollar y ejercitar habilidades.

Lleva tiempo, rutinas. También es hacerse de recursos, con orden, pensando en el objetivo. Prepararse es desarrollar capacidades.

Prepararse significa pensar en “escenarios”.

Muchas veces el enemigo es desconocido. No sabemos qué va a pasar, por eso es tan importante pensar en cosas que probablemente podrían pasar. Ponernos en el contexto de “qué pasaría si” nos permitirá identificar acciones que debemos emprender para estar preparados. Además considerar diversos escenarios nos permite darnos cuenta de que el futuro no será una mera continuación o proyección del presente; habrá rupturas, habrá cambios fuertes, difíciles de predecir o visualizar si no ponemos un esfuerzo para analizar los posibles escenarios.

Preparase resulta más importante, y a la vez más difícil, especialmente en los tiempos turbulentos en que vivimos. Cuando vamos en un río con corriente mansa, podemos adaptarnos fácilmente y navegar, pensar en otras cosas, no usar todos nuestros recursos, dejándonos llevar plácidamente. En cuanto entramos en aguas turbulentas se requiere de toda nuestra habilidad (cerebral y muscular) para salir adelante. Los tiempos que vivimos ahora son más parecidos a esos ríos de aguas turbulentas.

Prepararse es planear. Y aquí volvemos a ensalzar “el plan”. Preparar el plan nos permite anticipar mentalmente lo que hay que hacer para estar preparado. (Napoleón afirmaba que ninguna de sus batallas había salido conforme al plan que él había preparado, y eso que los preparaba meticulosamente y las ganaba). Preparar el plan nos obliga a formularnos (y respondernos) preguntas difíciles. Nos obliga a mirar hacia el futuro y a mirar hacia afuera. Nos pide comunicarnos con nuestro equipo; todo ello, para estar mejor preparados.

Estar preparado no es improvisar, es reaccionar con conocimiento. No es saber cuándo se presentará un imprevisto, pero sí saber actuar cuando esto suceda. Implica también tener la habilidad de tomar decisiones bajo presión. Apoyado en capacidades desarrolladas con cuidado. Es, en resumen estar preparado.

Ser profesional. Un profesional lo es, usamos el término en ambos sentidos, primero porque ejerce alguna profesión, y en segundo porque lo que hace lo hace con profesionalismo, hace las cosas bien y a la primera. ¿Qué características tiene? Está siempre orientado a la solución, se involucra apasionadamente en lo que hace, no compromete principios ni valores y le interesa más el “ser” que el tener.

En resumen una persona que está preparada, quizá no sepa con certeza lo que le depara el destino, pero será capaz de tomar decisiones de calidad cuando se requiera; decisiones que tendrán una buena probabilidad de ser correctas. Estar preparado hará la diferencia, así que preparémonos para 2017.

Cuando 2017 inicie despertaremos con un precio de la gasolina más elevado;  y tanto la Secretaría de Hacienda como la Comisión Reguladora de Energía tendrán que hacer esfuerzos sobrenaturales para revertir creencias añejas y explicar a la población el proceso de transformación a un sistema de precios más profundo que el que ya tuvimos este año. Y tendrán que explicar una paradoja, porque, aunque los precios de la gasolina subirán fuertemente, la autoridad tendrá que convencer a la ciudadanía de que también podrían bajar. Como la marea, que sube y baja. Tarea titánica; convencer a la población de que la marea podrá bajar, cuando esté subiendo, y habiendo pocos que saben nadar. El aumento de enero será como una inyección de antibióticos; cuando el médico la administra sobreviene el miedo, la ansiedad y el dolor del piquete. Pero el galeno, mientras presiona gentilmente el émbolo, te dice que mejorarás.

El reto, sin embargo, es cuando retira la jeringa, el dolor sigue ahí, y la enfermedad también, aunque sea por unos días más. Así es. En este momento la sociedad mexicana es como un niño de 3 años al que se le tiene que convencer de resistir la inyección de la vacuna para no enfermar gravemente en el futuro.

 

 

 

 

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