Exposición

Ciudad de México.- Cana es una expresión coloquial, de origen incierto, que alude a un estado de reclusión. Retomando esta idea sobre las manifestaciones artísticas de gran carga simbólica que pueden presentarse al interior de distintas cárceles o centros penitenciarios, se generaron dos proyectos que conforman la muestra Cana. La vida loca.

Esta exposición permanecerá hasta el 13 de enero de 2019 en La Galería José María Velasco (GJMV) del Instituto Nacional de Bellas Artes. Se compone por Hecho en Cana, realizada por el colectivo Los Indeseables Art Crew, y La vida loca, generada por el propio recinto que alberga la muestra.

La práctica del tatuaje carcelario se dio a partir de la apertura de Lecumberri, y ha pasado de tener un proceso precario a modernizarse, tanto en sus imágenes como en la reapropiación de significados.

Toda prisión implica un cautiverio multidimensional: un conjunto de límites materiales y subjetivos, de tabúes, prohibiciones y obligaciones impuestas en la subordinación. Excluye y cerca, contiene en el aislamiento a las personas que no obedecen las normas y acuerdos establecidos.

Hecho en Cana es el resultado de talleres realizados por Los Indeseables Art Crew en el Centro Femenil de Reinserción Social Santa Martha Acatitla y del Reclusorio Preventivo Varonil Norte, donde abordaron temas como: la salud e historia del tatuaje, los derechos humanos con perspectiva de género, tinta y cuerpo.

Desde el 2006, Los Indeseables Art Crew se han dado a la tarea de estimular la reflexión, el análisis y el debate respecto a las diferentes posturas entre tatuadores-tatuados tanto de México como otros países y, sobre todo, la no discriminación a las personas que los poseen.

Para esta investigación era necesario buscar su ruta en los reclusorios y archivos de la primera penitenciaria: Lecumberri. La Ciudad de México ha jugado un papel muy importante en la historia del tatuaje, antes y ahora. Las cárceles en la Ciudad surgieron y se desarrollaron junto con ellas, pues desde 1875 fue la capital la que albergó los primeros grandes centros penitenciarios, el de Belem, de la Ciudad y el de Santiago Tlatelolco.

Existen diferencias de los espacios tanto corporales como territoriales al interior de las prisiones para tatuarse: la selección de imágenes, el sentido y los nombres que se desean portar, de los hijos, la madre, el padre, la novia; así como los símbolos religiosos, el valor y significado que cada una o uno da.

Por otro lado, también se encuentra La Vida Loca, un proyecto pictórico y gráfico, generado por la GJMV con apoyo de la Subsecretaría de Prevención Social y el Reclusorio Preventivo Varonil Norte, que presenta dibujos sobre tela y otros soportes, respecto a la peculiarísima estética y rico entramado de símbolos, generados en las cárceles mexicanas de nuestra ciudad.

La intención fundamental de estos trabajos ha sido manifestar cuán importante es devolverle al sujeto su derecho a la identidad, en primera instancia, y que pueda portar estas huellas artísticas en la piel incluso fuera del reclusorio, como cuando se da en la consecución de otros derechos como el laboral o de acceso a la salud.

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here