El Estado al rescate del pueblo

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Jorge Ignacio Luna Hernandez.

Tiempos de cambio

Jorge Luna

«De la conducta de cada uno, depende el destino de todos.»

– Alejandro Magno.

Había estado resistiéndome a dimensionar la catástrofe que estamos viviendo a causa del nuevo coronavirus COVID-19, imaginando que sería solo un breve capítulo más de nuestra ya de por sí trágica existencia. Sin embargo, ante la inminente propagación comunitaria nos vemos obligados a actuar prudente, pero decididamente.

Luego que el Gobierno Federal declarara el inicio de la segunda fase de la pandemia en México y emitiera el decreto para limitar actividades no esenciales, los Ediles de Coatepec nos reunimos para analizar las medidas que habríamos de tomar en nuestro terruño. Es cierto que Coatepec no es una metrópolis, pero no por ello estamos exentos de sufrir los embates de este virus, por lo que se decidió reducir al mínimo la operación de actividades comerciales no esenciales y limitar el uso de espacios públicos, ante las críticas de muchos y el aplauso de los menos, lo que me hizo reflexionar seriamente en ello.

Sobran los escépticos que dudan de la veracidad y letalidad de este virus, pero basta con echar un vistazo a las cifras de países primer-mundistas como Italia, España, China y Estados Unidos para acusar de recibido la seriedad del asunto. Si países como éstos, de primer mundo, con economías sólidas y sistemas de salud envidiables fueron rebasados en su capacidad de respuesta, no habría que esperar a ver que le depara a México.

Esta pandemia sin duda azotará nuestra nación. Al día de hoy se contabilizan más de 1,800 casos sin que hayamos ingresado a la fase crítica, pues como lo dijo el Subsecretario de Salud, Hugo López – Gatell, habrá más contagios e inevitablemente, habrá más muertes. Está en manos de todos nosotros allanar la curva ascendente de contagios y evitar la saturación de clínicas y hospitales, ¿Cómo? Fácil, quedándonos en casa.

Sin embargo, la crisis que se avecina va más allá. La resaca de este cataclismo afectará determinantemente la esfera socio – económica del planeta entero. El sector privado limitará su fuerza de trabajo, – lo que se traducirá en desempleo – el flujo monetario disminuirá considerablemente y el sector público verá mermados sus ingresos tributarios; por ende, la economía mundial se contraerá y entraremos en una etapa de recesión.

Ante esta situación, los más afectados como siempre serán los más desprotegidos, quienes no contarán con ingresos que permitan cubrir sus necesidades básicas. De ahí que el Presidente de México evitara tomar tempranamente medidas drásticas que afectarían irreversiblemente la economía de los mexicanos.

Es en este momento que los programas sociales para el bienestar cobran especial relevancia, ya que serán clave para que la economía fluya entre los sectores más vulnerables de la sociedad, aunado a la estrategia frente a la crisis por el COVID-19 que anunció Andrés Manuel el día de ayer; el otorgamiento de 2 millones 100 mil créditos para detonar la economía local; la creación de 2 millones de nuevos empleos; la ampliación del programa Sembrando Vida y medidas de austeridad más severas, todo ello sin aumentar un solo centavo de impuestos ni el precio de los combustibles.

Es eso precisamente lo que distingue al gobierno de la Cuarta Transformación. Anteriormente frente a las crisis económicas – que en ocasiones no dependen de la política interna – el Estado acudía al rescate de las grandes empresas inyectándoles capital o convirtiendo deudas privadas en públicas, hoy en cambio, apuesta por incentivar el flujo de efectivo entre la población y aminorar el impacto negativo ante los millones de pobres del país.

Esa es la línea de acción de la federación, sin embargo el panorama desde lo local es más complicado. La mayoría de los municipios, exceptuando algunos como Veracruz, Boca del Río, Xalapa y Orizaba, no disponen de recursos propios para hacer frente a la contingencia dado que su capacidad recaudatoria es mínima, por lo que los recursos disponibles provienen de participaciones y aportaciones federales con reglas de operación claras y específicas que no permiten su uso discrecional, aunado a que gran parte de esos recursos los consume la operatividad propia del Ayuntamiento.

En tal tesitura y ante la de que los municipios afronten contundentemente la insuficiencia alimentaria de la población derivada de la contracción economica, se hacen necesarias una serie de medidas a nivel federal que permitan a los Ayuntamientos disponer de un porcentaje de los recursos federales para abatir los estragos del coronavirus, o bien, que dichos recursos sean reducidos y dispuestos por la federación para tal fin.

Indudablemente el Estado entrará al rescate como siempre lo ha hecho, pero esta vez no de los intereses del sector privilegiado sino del pueblo, esa es la diferencia entre la política neoliberal y la Cuarta Transformación. Sólo así se entiende al Presidente de la República cuando afirma que «esta pandemia nos cayó como anillo al dedo».

Jorge Ignacio Luna Hernández

Abogado de profesión

Regidor Tercero de Coatepec

Maestrante en Administración Pública.

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