Integrantes del Ople reciben el registro del priista Héctor Yunes.

Kairós

Estampas electorales

Francisco Montfort Guillén

Por primera vez desde 1997, después de la Reforma Democrática, el órgano electoral no fue exclusivamente formado por las fuerzas políticas locales. Un nuevo diseño, impulsado a nivel nacional, precisamente derivado por el manejo desaseado de los procesos electorales en Veracruz, dio paso a un organismo híbrido, con la participación del Instituto Nacional electoral y el gobierno de Javier Duarte de Ochoa.

No obstante, mediante diferentes chanchullos que engañaron a los funcionarios del INE, que nunca se movieron de sus cómodos sillones en la Ciudad de México, el PRI siguió controlando la Presidencia del Consejo y la Secretaría Ejecutiva, o sea que controla a todo el OPLE. Del tribunal electoral local, lo que se puede decir es que sigue siendo el hazmerreír, pues en todas sus decisiones favorecen al PRI para después ser corregido por la Sala Superior del TEPJF.

La nueva institución electoral ha estado en el ojo del huracán pues sigue actuando sin autonomía. Por falta de méritos de los nuevos funcionarios. Por el peso del poder gubernamental que sigue manipulando el órgano electoral. A más, internamente llegaron funcionarios que tienen una escuela de malos manejos en otras instituciones, que manipulan con desorden y falta de pulcritud los procesos administrativos, que tratan con desdén a los trabajadores. No sería raro que éstos terminaran rebelándose. Nunca en la historia de la institución, ésta había sido manejada tan descaradamente por la ambición personal que termina por enriquecer a los funcionarios con los recursos públicos.

Otra primera vez: la gubernatura de dos años. Diseñada desde la óptica de conservar el poder (en el amor y en la guerra y en la política…) para imponer un gobernador del grupo de Fidel Herrera y además desalentar <<a los Yunes, rojos y azules>> que debido a sus carreras verían con desprecio una gubernatura tan breve. Esta medida política y legal, mala para Veracruz, buena para el grupo Herrera de Ochoa, fue sostenida con una visión pedestre, digna de quien ha conducido al desastre al estado de Veracruz completo: la inversión mínima de 2 mil 500 millones de pesos no la recuperan <<los Yunes, cualquiera que sea>> en dos años. Duarte de Herrera diseñó el peor escenario para Veracruz y su progreso: cuatro años de improductividad gubernamental y gastos continuos en elecciones municipales en 2017 y nuevamente elecciones locales de diputados y gobernador; y las federales de presidente, diputados y senadores. Total: más desastre a costa de la ambición del grupo Herrera de Duarte por conservar la gubernatura.

También es inédita la conformación de actores electorales que disputan el poder. La súper alianza del PRI con varios partidos que, aunque menores, forman una larga cadena de siglas. Una primera vez más. La aparición de una caricatura de candidatura independiente para gobernador, y varias formales, sin peso político, para diputados. Finalmente, la aparición formal de otros candidatos de partidos nacionales y estatales, pequeños y de baja representatividad comicial, a la gubernatura y diputaciones varias alentadas desde el gobierno del estado para capturar votos del descontento en contra del PRI pero que no benefician a Miguel Ángel Yunes. Destaca, por méritos propios, el papel desempeñado por Armando Méndez de la Luz, profesional y digno, aunque por las mismas cualidades, sin peso entre los votantes.

Dos alianzas llaman más la atención. La novedosa, formada por el PAN y el PRD, partidos con una larga lucha de rivalidad política, es cierto, pero también con una añeja intención por unirse para derrotar el que consideran el mal mayor para Veracruz: el que representa el PRI. La otra alianza, también novedosa, es la informal, pero al parecer muy sólida vinculación, entre MORENA y el PRI. Esta sí es la unión de la doble traición política. Esta alianza es inédita en el ámbito nacional. Echa por tierra varios mitos. De parte del partido de AMLO, destroza su publicitada trilogía de valores: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo. Es precisamente esta alianza la que, por sí sola, desmiente los supuestos valores de su líder y su organización. El financiamiento de las visitas del Peje. El dinero que no pidió, pero que sí le sirvió a Cuitláhuac García para encumbrarse.

Primero con financiamiento que, según trascendidos, fluía a través del padre del candidato morenista a gobernador, Atanasio García Durán. Después con el aseguramiento de los acuerdos de Javier Duarte, a través de Ricardo Monreal, contactado por su viejo amigo Fidel Herrera Beltrán. Así, el PRI consiguió lo impensable: que Andrés Manuel López Obrador criticara a Miguel Ángel Yunes Linares, que no criticara a Héctor Yunes Landa, y en lo insólito, que elogiara al gobernador Javier Duarte de Ochoa. La intención del gobierno estatal, a cambio del financiamiento a la campaña de Cuitláhuac García, era que MORENA restara votos al candidato de la alianza PAN/PRD. Desfondar a este último partido y quitarle sufragios a Miguel Ángel Yunes Linares parecía una estrategia lúcida y un platillo apetitoso. Lo cierto es que esta medida en particular, de acuerdo a las encuestas, no restó votos a quien debía quitárselos, pues las intenciones de los votantes, por el PRD en particular, y por la alianza en general, no se movieron por esta causa.

Lo que sí consiguió el PRI es hacer crecer a MORENA y apuntalar las posibilidades presidenciales de AMLO para la elección presidencial. Porque el crecimiento del partido de Andrés Manuel Duarte de Herrera ha sido a costa de los votantes del PRI, es decir, de los ciudadanos veracruzanos marginados: miserables, pobres, excluidos, adultos mayores del campo y la ciudad. Olvidaron una gran constatación sociológica. Las clases medias, el apoyo tradicional del PAN, y los nuevos sufragantes del social demócrata PRD, nunca han votado, no votan y nunca votarán por Andrés Manuel Duarte de Herrera ni por MORENA. Por esta razón, no son pocas las encuestas que sitúan a la alianza del PRI en tercer lugar. Se les pasó de tueste el apoyo a MORENA y los priistas perdieron votos de sus clientelas tradicionales. De esta traición al PRI tendrán que dar cuenta desde Manlio Fabio Beltrones hasta los candidatos de su partido. En Bucareli y en Los Pinos les pedirán cuentas.

Otra novedosa estampa más a destacar: la más desoladora y deprimente campaña realizada por el PRI veracruzano. Si en verdad tenían desde el inicio la ventaja electoral para su candidato Héctor Yunes Landa, el aplastante apoyo de una elección de Estado, cooptación de periodistas y medios de comunicación, más dinero, la coacción y compra de votos más importante, ¿para qué realizar una campaña que ensució su escaso prestigio? Ya comentamos su traidora alianza con MORENA. ¿Un candidato que puntea en las encuestas, para qué se ocupa de desprestigiar a los candidatos del segundo y tercer lugar?

La campaña de exterminio político en contra de Miguel Ángel Yunes Linares no tiene ninguna justificación. No sólo por ocupar un supuesto segundo lugar. Menos aún porque la saña empleada ensució a toda la sociedad veracruzana, que ha mirado atónita las formas, los dichos, las aseveraciones lanzadas por voces anónimas y después por voceros oficiales, incluido Héctor Yunes Landa.

El daño moral fue menos para su oponente y más para el PRI, su candidato y su equipo. ¿Cómo votar en conciencia por esta opción, si uno ve y constata la ausencia de valores morales, de ética para tratar a un rival y convertirlo en enemigo, al que se le pretende aplastar como a un insecto? Estas líneas no son una defensa específica de Miguel Ángel Yunes Linares, aunque debería serlo, porque es la defensa de los ciudadanos frente al poder. El cuestionamiento lo hago como ciudadano: ¿con qué confianza y legitimidad puede proclamarse vencedor Héctor Yunes Landa, si ha llenado de asquerosidades la arena política, en un momento en que México, y en especial la sociedad veracruzana requiere, necesita y anhela de un nuevo ejercicio ético de la política, para luchar en contra de la corrupción y la impunidad? ¿Cómo confiar en Héctor Yunes Landa que trata así a un familiar? Su actuación revela que no entiende de política. Que, precisamente, el éxito político de Andrés Manuel Duarte de Herrera, consiste en calificar a su partido como un <<movimiento de regeneración>> frente a la corrupción y la impunidad.

La <<guerra sucia>> tal vez afectó personalmente a un candidato. Le quitó posibles votos, sin duda. Pero más dañó, e irremisiblemente, a toda la sociedad veracruzana. ¿Si los veracruzanos vivimos en un ambiente de miedo, de malestar convertido en espanto por la infame e inhumana herencia que dejan 12 años de pésimos gobiernos; por qué, si Héctor Yunes Landa iba, va e irá por siempre adelante en las preferencias electorales; entonces por qué <<su elección de Estado>> se lanzó a promover un linchamiento moral en contra de su primo hermano y manchó por siempre a la sociedad veracruzana? ¿Cómo verlo como un hombre de bien? ¿Cómo tenerle confianza? ¿Qué valores puede esperar la ciudadanía de él?

Si los rumores sobre una operación fraudulenta el día de la jornada electoral resultan ciertos, entonces se constatará que Héctor Yunes Landa y su equipo están imposibilitados intelectual, profesional, moral y éticamente para renovar la vida pública veracruzana. O si finalmente el PRI cae al tercer lugar, como anuncian encuestadoras serias, vamos, en cualquiera de los dos casos, la sociedad veracruzana tardará mucho tiempo en resarcirse de la suciedad que la política del PRI/Gobierno le arrojó por toneladas. El mal está hecho. Me gustaría cambiar estas estampas por otras más optimistas. El tiempo no me lo permite: vivimos los tiempos de la canallada.

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