Secuestro, imagen ilustrativa tomada de /www.lanetanoticias.com

El cincho

Secuestro de película

Antonio Vargas Peña

El descaro y desfachatez con que actúan los delincuentes rebasa toda lógica y toda autoridad.

El secuestro de la profesora Elizabeth García, a plena luz del día, justo cuando estudiantes, padres de familia y la plantilla laboral de la escuela llegaban a cumplir con sus actividades, es la muestra más clara de la impunidad ofrecida a la delincuencia.

Pasmados todos, la sociedad sin saber qué hacer, con el miedo ante la posibilidad de que sus hijos resultarán lastimados, no les quedó de otra, sólo dejar hacer a los secuestradores.

¿Pasmada la autoridad? ¿Pasmado el gobierno? ¡Quién sabe!

Porque desde el gobierno se plantea ya la represión legalizada y el silencio forzoso por ley, dado que ya son muchas las protestas de los mexicanos contra la inseguridad rampante que nos aniquila.

Por eso la ciudadanía quiere tomar el control en sus manos, que su destino sea el que ellos decidan y no el que el gobierno quiere para su propia conveniencia.

Se sabe que la profesora García está emparentada con dirigentes taxistas, gremio que en los últimos tiempos ha sufrido bajas, además de ser obligados a pagar por un supuesto reordenamiento vehicular que hasta el momento no les reporta beneficio alguno.

Ante el drama que se vive, ya la gente decide organizarse, buscar casa por casa, con el permiso de los vecinos. «Quien nada debe, nada teme».

Decididos a abrir las puertas de sus casas, para que entre la población, revise y vea cómo viven las personas que trabajan.

Desgraciadamente tuvieron que pasar muchas desapariciones, muchos secuestros, muchos asesinatos, para que la gente se diera cuenta que las autoridades no harían nada para detener la masacre.

Muchos ciudadanos prefirieron abandonar la ciudad, vender sus propiedades y buscar mejor horizonte, lo que no saben estas personas, es que todo el país está igual.

Lamentable que los criminales tengan manga ancha para sembrar el terror a cualquier hora del día, sin respeto para nadie, sin compasión

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