Firma de un Acuerdo político el 21 de mayo de 2013. FOTO: MIGUEL ÁNGEL CARMONA/FOTOVER.

Kairós

Marchita el alma, triste el pensamiento

Francisco Montfort Guillén

¿Qué suerte le depara el destino a una sociedad gobernada sólo por la inercia del continuismo? El desenlace puede ser atroz. Dice Octavio Paz que la masa más temible y terrible es aquella que masa que tiene miedo… al cambio. Por esta fuerte razón, esta pregunta debería estar en el frontispicio de todas las casas de los veracruzanos. O, cuando menos, debería ser la pregunta que todas las mañanas deberían hacerse todos los maestros veracruzanos, o siquiera los maestros universitarios de la entidad. Porque el vigor de una sociedad depende en gran medida de su conducción mediante ideas claras, novedosas, como nuevos son los problemas que tienen que enfrentar los veracruzanos, aunque algunos de sus males daten de la época… de la Colonia.

Desde el impulso de la XIV Asamblea Nacional del PRI, auspiciada por la candidatura de Luis D. Colosio, en ese Instituto no ha surgido un movimiento que, internamente, pretenda renovar sus ideas de conducción política de la sociedad mexicana. En aquel entonces la búsqueda de la legitimidad perdida por el salinismo provocó el intento de polinizar las ideas del liberalismo con el socialismo. El esfuerzo permitió traer al país a pensadores extranjeros de las dos corrientes de pensamiento que alentaron un buen debate de ideas, de utopías, de renovaciones. El combate con quienes localmente se resistían a innovar fue intenso. No obstante la obstrucción de los dinosaurios, se logró realizar cambios sustanciales en la oferta política y después en las conductas de los miembros de ese partido.

En Veracruz correspondió a Patricio Chirinos, como gobernador, encabezar la llamada Reforma Democrática. Su organizador y principal impulsor fue Miguel Ángel Yunes Linares. No sólo eso. Este último fue el impulsor casi único de la autonomía de la Universidad Veracruzana. Después de ese aire fresco de renovación política en el estado, en el que participaron los demás partidos y grupos de la sociedad civil, el PRI abandonó cualquier intento de reforma del pensamiento y de los comportamientos políticos. Esfuerzos como los de Fernando Sánchez se perdieron no por falta de calidad y entusiasmo, sino por la indiferencia de sus correligionarios. Y es que la razón estriba en que el pensamiento conservador se apoderó del gobierno y desde Miguel Alemán la restauración de la formas del absolutismo priista cobraron nueva fuerza y expresiones de diversa índole.

La desembocadura del neoconservadurismo priista veracruzano es la ahora estéril manera de gobernar: sin ideas ni ideales, con un pragmatismo electoral ramplón, con simplificaciones groseras y reduccionismos peligrosos sobre el quehacer gubernamental. Se alientan cambios que provocan contrahechuras legales e institucionales, imposibilidades de aplicar las leyes, resquicios enormes para la corrupción y su alma gemela, la impunidad. Todo en una vorágine de improvisaciones, de incapacidades personales e institucionales que sólo abonan al descrédito de la función pública.

La decadencia de la política en Veracruz lleva varios años. Las oposiciones, con excepción del marginal pero trascendente Seminario Pensar Veracruz, no realizaron su parte por alentar la reflexión de la teoría y la práctica políticas. Desaparecieron, como partidos, los opositores, excepto en las elecciones y esto de manera parcial. La conjunción de todos los partidos bajo el manto corruptor del gobierno ha tenido graves consecuencias en todos los órdenes de la vida pública. Fueron desvirtuadas las acciones de la confrontación de diferentes proyectos de vida colectiva, para sumarse todos los políticos a la práctica política de meter la mano al botín del presupuesto público. En algunos casos, desde el gobierno se ofreció el dinero y las canonjías a los miembros de los partidos opositores. En otros, fueron los mismos integrantes de los partidos opositores quienes pidieron <<ser cooptados o comprados o corrompidos>> que para el caso es lo mismo.

Por esta vía fueron desdibujándose las diferencias de proyectos políticos y de estilos o formas de gobernar. Todo lo cubrió el deseo caprichoso del gobernador en turno. Los rivales a modo, la compra de votantes, el control del organismo electoral y del tribunal respectivo y las acciones permanentes del gobierno para encauzar sus decisiones en términos electorales cubrieron de tricolor el mundo de la política. Un monopartidismo de grisácea envoltura que montó el teatro de la farsa electoral, pues los triunfos y derrotas eran pactados desde el palacio de gobierno, al menos en los casos más importantes.

Hoy la vida política de Veracruz transcurriría en la monotonía de los repartos de cuotas de no ser por la aparición de un verdadero competidor con la alianza entre el PAN y el PRD. Esta unión de fuerzas y su inteligente y polémico candidato, el dinámico Miguel Ángel Yunes Linares, han introducido un factor de disrupción que anima el proceso electoral y que cuestiona la hegemonía del Partido Único que gobierna el estado desde hace más de ocho décadas. Ahora que su presidente temporal vuelve a auto definirlos como <<revolucionarios de 87 años>> (jeje), en un discurso de pena ajena, pues según sus estatutos están definidos como social demócratas, desde los tiempos de Beatriz Paredes.
Hoy la sociedad veracruzana presencia algo más que una batalla electoral. Los veracruzanos están en presencia de un escenario político que les permitirá participar en un cambio histórico. Dejar atrás un sistema que no sólo está corrompido en sus bases, sino que obstaculiza la renovación de toda la sociedad. Un sistema cuyo partido y candidato carecen de la fuerza moral, anímica y de ideas para ofrecer algo más que lugares comunes, ausentes las iniciativas propias, ni siquiera imaginación: su candidato se auto designa <<incómodo>> como AMLO se auto nombra <<populista>> en sus promocionales.

El alma marchita de los priistas se siente en esta campaña. Viene acompañada de un pensamiento triste. Son notorias estas debilidades en todos sus actos de precampaña. No es un problema de acarreados gritones que, como las <<plañideras profesionales>>, muestren fingido entusiasmo. Lo que muestran los militantes reales es que carecen de convicciones para emprender sin hipocresías una nueva demanda, a los ciudadanos, de votos a su favor. Lo reflejan en sus rostros. Desde el candidato para abajo. Lo revelan sus discursos. Sus posturas frente a los problemas. Su problema es interno. Surge desde adentro de los cerebros y los cuerpos de sus militantes. Surge dentro del partido mismo. ¿Qué sensación de alegría y rejuvenecimiento, de reforma y de cambio puede sentir y expresar un grupo que está unido y alimentado única y exclusivamente por la sobrevivencia de sus canonjías que les ofrece el poder? ¿Qué alma y qué pensamiento éticos puede tener y ofrecer el militante de un partido que lucha únicamente por mantener la impunidad de quienes han defraudado a toda la sociedad con su desastrosa actuación gubernamental?

¿Qué pueden ofrecer a la sociedad veracruzana los dirigentes y militantes de un partido como el PRI que no pueden ocultar los males que le provocaron y siguen provocando a los ciudadanos veracruzanos; dirigentes y militantes coaligados exclusivamente para ganar a cualquier precio, unidos por el miedo a pagar tantas faltas cometidas, tantos actos de corrupción exhibidos, tantas incapacidades mostradas? ¿Con qué cara, dirían los abuelos, con qué cara se presentan quienes saben que deben de ganar para mantener los privilegios y asegurar la impunidad a sus antecesores, sin importar las ofertas políticas que enarbolan?

Este es el verdadero drama de los ciudadanos veracruzanos: saben que los de siempre pueden ganar nuevamente; e inclusive que aun participando honestamente para producir un cambio, pueden volver a perder, como votantes, los comicios que reorienten el ejercicio de la gestión pública y que de cauce a una nueva etapa de desarrollo para toda la sociedad veracruzana, para todo el estado de Veracruz.

Una respuesta a las interrogantes aquí planteadas la conforma la ausencia de intercomunicación y de lucidez de los dirigentes del PRI y su candidato frente al problema universitario y las demandas unilaterales de la comunidad de la Universidad Veracruzana. ¿A todas las instituciones y sectores debe otorgársele un porcentaje del presupuesto, sin considerar otras prioridades y eventualmente algunas emergencias que deba resolver la sociedad veracruzana? ¿Cómo asegurar la buena marcha del sistema de educación básica de gran calidad; y el sistema de educación superior de clase mundial en Veracruz? ¿Cuál debe ser el nuevo papel de su Máxima Casa de Estudios en la construcción de una sociedad del conocimiento, sobre todo, en una <<sociedad que aprende>>? La lengua de madera frente a la cuestión educativa, que llena de movimiento y esperanzas al sector más preparado de la sociedad civil, muestra lo lejos que está el partido en el poder y su candidato de las inquietudes y sentimientos más fuertes de la sociedad veracruzana. Marchita el alma, triste el pensamiento de los priistas, como dice la nostálgica y vieja canción mexicana.

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