Miguel Ángel Yunes Linares en imagen de archivo.

Veracruz y su gobernador con un as bajo la manga

Francisco Cabral Bravo

“Cuando el filósofo apunta hacia la luna el tonto mira al dedo” (Proverbio budista)

Veracruz enfrenta retos mayúsculos para reconstruir una sociedad herida y dañada por causas diversas. Javier Duarte se convirtió no sólo en un político corrupto, sino en un truhán de poca monta, que desfalco al estado, desvió recursos, disfrazó partidas presupuestales, dirigió por lo que sabemos ahora una auténtica red de empresas fantasma para sustraer dineros públicos.

Veracruz quedó en auténtico estado de desastre: inseguridad a  la alza, grupos criminales en creciente presencia y control de municipios, finanzas quebradas, desfalco rampante, zonas petroleras en quiebra por la crisis del sector, más lo que se haya acumulado. A esto debemos agregar la terrible desconfianza ciudadana del gobierno.

El nuevo gobierno de Miguel Ángel Yunes arranca en condiciones gravemente desventajosas para cualquier gobierno entrante.

Deuda exorbitante, arcas vacías, calificadoras internacionales castigando a la baja la falta de credibilidad y de vialidad financiera del estado. Dado su actual endeudamiento económico Veracruz se aproxima a una espiral de impago. Esta entidad está en las listas de “los estados más endeudados de acuerdo con sus ingresos totales” y de entidades con perspectiva negativa. Lo que la hace más propensa a tener menores notas por parte de las agencias calificadoras. Disminuir una calificación crediticia influye en el costo de la deuda de los estados, ya que ésta puede ser más cara y refleja una mala gestión y un pobre desempeño presupuestal, de la liquidez y del nivel de endeudamiento, o contingencias como pensiones y jubilaciones.

Un mayor costo de la deuda representa a las entidades con deudas altas un menor margen de maniobra para sus finanzas. Si contratan más deuda, les saldría más cara y se volvería un ciclo que no les beneficia.

“Veracruz ya registró impago con proveedores y su deuda bancaria de corto plazo, corre el mismo riesgo; si esto ocurre las implicaciones son la generación de intereses moratorios y caer en el buró de crédito”.

Las entidades con alto endeudamiento “siguen un círculo perverso de baja recaudación, mala política de gasto, necesidad de más deuda, y más intereses por el servicio de la deuda”. En suma, no habrá quien le otorgue un crédito, y si lo encuentra, será a costos muy elevados. Javier Duarte es un criminal financiero, quien creyó ingenuamente que la justicia jamás lo alcanzaría. Y hasta ahora, para nuestra desgracia, la realidad le concede la razón, porque a pesar de las órdenes de arresto, las investigaciones, los pasaportes falsos y las fichas internacionales, no ha sido detenido.

Ahora bien, mucho antes de su caída, Javier Duarte ya había perdido el respeto de los veracruzanos.

De manera soez, durante años persiguió a detractores, permitió el clima de impunidad que se ensaño con los periodistas, y desestimó todo tipo de denuncias sobre la violencia.

Su frase de que la inseguridad en Veracruz no pasaba del robo de unos frutsis y pingüinos lo pinta de cuerpo entero en su soberbia.

La sociedad sólo podrá confiar en las instituciones si atestigua procesos surgidos de instancias que actúan de manera pulcra y exhaustiva, y siempre en estricto apego a la ley.

Porque lo único que hoy no le falta a Veracruz es una política a escobazos. Esta entidad ha sido víctima de saqueos en al menos dos sexenios. Nadie debería exigirle al gobernador Miguel Ángel Yunes que resuelva en unos pocos meses la situación que ha heredado. Eso sería, literalmente, imposible.

Sobre todo porque lo que realmente necesita Veracruz es la reinstalación de la legalidad, un retorno en la credibilidad de las instituciones, e intentar que la confianza de los ciudadanos vuelva a sus gobernantes  y al sistema Miguel Ángel Yunes, es oportuno mencionarlo, no es un político novato. Tiene un camino andado con mucho colmillo y raspones en el camino. Yunes Linares tiene un perfil muy valorado en política, su capacidad policiaca de investigación, su habilidad para recolectar datos, cifras, cuentas, nombres, empresas y expedientes. Miguel Ángel Yunes sabe y posee información. Ese es su blindaje para ocupar la gubernatura los siguientes dos años, donde tendrá que prevalecer su compromiso con Veracruz.

Todo aquel con el que hablaba  hace unos días me preguntaba si Yunes Linares había cumplido con el anuncio de cimbrar a los mexicanos en su toma de posesión como gobernador de Veracruz,  la respuesta obvia era no, no fue para tanto, pero sin duda lanzó una gran advertencia de algo de lo cual se desconoce su magnitud. En su discurso, ante el secretario de Educación Aurelio Nuño dijo: “Quiero dejarlo muy claro (que la investigación que realicé) la hice siendo gobernador electo, sin tener poder alguno; no olvido, no perdón, no amnistía, al contrario toda la fuerza de la ley para recuperar el resto de lo ilícitamente obtenido; seguiré aportando a las autoridades toda la información que tengo en mi poder”.

Pero la advertencia siguiente es la que puede significar el cisma al que se refirió: sólo dejo un tema que trataré directamente con la mayor profundidad, el destino final de miles de millones de pesos que se trasladaron en helicópteros oficiales para ser entregados en un edificio que ya tenemos localizado en la zona conurbada de la Ciudad de México; la Fiscalía del Estado profundizará en esta investigación.

Miguel Ángel Yunes Linares, sin mayor explicación, suelta así de golpe y porrazo que su Fiscalía será la que investigue, pero no 25 millones como lo conocíamos, sino miles de millones transportados en varios helicópteros.

El comentario quedó un tanto en el aire, fueron apenas unos segundos de un discurso de casi 50 minutos ante el Congreso del estado, pero la advertencia fue clara.

La revelación se quedó simplemente como un as bajo la manga.

 

 

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